Regalo de cumpleaños

En un caluroso domingo de Enero en nuestra casa de campo,
estabamos festejando el cumpleaños numero 13 de Marina, sobrina de mi esposa
Adriana, y por lo tanto mi sobrina política.

Ella es una chica muy linda, alta para su edad, muy delgada,
con pequeños bultitos en los pechos que se estan insinuando, piernas largas, y
una cola paradita que es una exquisitez.

El cumpleaños transcurría normalmente, yo estuve trabajando
con el asado, hasta que luego del almuerzo tomé un pequeño descanso tirándome a
la pileta.

En ella habían muchos chicos, que poco a poco fueron saliendo
hasta que en un momento quedo solo viendo que Marina venía hacia mi.

Con sus manos rodea mi cuello, con sus piernas rodea mi
cintura, y me díce:


Tío falta que me des tu regalo!


Este contacto físico era habitual ya que siempre jugábamos en
la pileta.


No te dio Adriana, nuestro regalo?, contesté


En ese momento, bajó sus piernas, volvió a rodearme a la
altura de mis caderas, me apretó hacia su cuerpo, apoyando su conchita sobre mi
bulto, y me dijo:


No, tío, yo quiero tuuuu regalo


Me quedé helado, no podía ser cierto que me estuviera
apoyando, era una nena, jugaba con muñecas. Quise pensar que su movimiento de
piernas y su reclamo eran casuales, pero de todas formas, mi pene había
comenzado a crecer, y mientas esto sucedía, ella me presionaba cada vez mas.

En ese momento la madre la llama para cortar la torta, ella
me suelta y me dice:


Tío vamos, acompañame a cortar la torta.


Yo con la imposibilidad de disimular mi erección le contesté:


Si, ya salgo en un minuto


Se dio vuelta para mirarme, y ya casi saliendo de la pileta,
me dice:


No importa, entiendo que tardes un poco en salir.


Nuevamente me quedé mudo.

Era posible que se haya dado cuenta que estaba al palo?

Yo trataba de negar lo que sucedía, pero sus actitudes eran
obvias.

Finalmente pude salir de la pileta y mi pensamiento pasaba
por alejarme de esa nena, era imposible imaginar en llevar adelante una cuestión
asi.

Tengo que estar fisicamente bien alejado, no debo cruzar
miradas con ella. Tengo que desaparecer hasta que a ella se le pase esto.

Así transcurrió toda la tarde, trataba de no estar solo, y
cuando lo estaba y veía que ella se acercaba, rápidamente buscaba a alguien para
charlar o servirle algo.

A eso de las 6 de la tarde mi esposa se fue a llevar a los
chicos a otro cumpleaños. Mi sobrina le había pedido quedarse a dormir con
nosotros en el campo y esta accedió. Esto no me preocupó porque para cuando
todos se fueran de la fiesta, Adriana estaría de regreso, calculaba yo a eso de
las 8,30 o 9.00

Sucedió que 9.00 en punto se fueron todos, y yo me quedé con
mi sobrina solo. Tengo que trabajar ordenando el quincho hasta que llegue mi
esposa, me dije. Y comencé a hacerlo mientras le pedí a Marina que ordenara la
casa, así quedamos uno en cada punta del lugar.

En ese momento se larga una lluvia torrencial, caían piedras,
era un temporal tremendo.

Nos metemos urgente en la casa, cerrando todas las puertas.
Mi esposa llama diciéndome que va a esperar que pase el temporal, que le dijeron
que era probable que continuara hasta el día siguiente. Por lo tanto se iba a ir
a nuestra casa en la ciudad, y que yo me quedara con Marina en el campo.

Le dije, no, porque no le decís a tu hermana que la venga a
buscar.

Dijo que desde el gobierno recomendaban a la gente que no
salga con los autos para prevenir accidentes, me contestó.

Realmente estaba preocupado, temía que esta chiquita volviera
a la carga al estar solos, y si bien esto me exitaba, por el lazo familiar y por
la edad de ella debía evitarlo fuera como fuera.

En ese momento me llama la madre y me dice que no se puede
cruzar uno de los puentes que conduce al campo porque desbordó un arroyo y esta
intransitable, por lo tanto me pidió que me quede con ella hasta el día
siguiente.

Marina tenía dibujada una media sonrisa mientras escuchaba
mis conversaciones,

Estábamos sentados en los sillones del living, ya eran
aproximadamente las 10 de la noche, cuando le digo que me voy a dormir a mi
cuarto.


Tío, puedo dormir en el cuarto con vos?, tengo miedo de
los truenos.

No, creo que lo mejor es que duermas en el otro cuarto,
en todo caso dejemos una luz prendida.

Por favor, tío. Dejame dormir con vos, y así podes darme
mi regalo, dijo con una voz pícara

Suspendamos ese tema, te dije que Adriana ya te dio tu
regalo.

Por favor tío, dale, dame mi regalo.

Marina, creo que te estas equivocando con este planteo,
yo no tengo deseos de concretar nada que este fuera de nuestra relación
familiar, dije seriamente.

No me pareció que eso sucediera en la pileta, dijo
levantándose y acercandose a mi.

Marina, sos muy chica para estar pensando en estas cosas,
dije mientras notaba nuevamente mi erección.

Me miró a los ojos, se arrodilló entre mis piernas, y
mientras me bajaba el short me dijo:

Soy lo suficientemente grande para saber lo que quiero.


Tomó mi pene con sus dos manitas, y se lo metió en su boca.
Yo estaba al repalo, me tiré hacia atrás y me dejé hacer.

El contraste de sus pequeñas manos que tomaban mi pene como
si sostuvieran un helado y la acción de su boca de succionar me pusieron a mil.

Luego de unos minutos, sacó mi pene de su boca, y sin decir
nada me tomó de una mano y me llevó a mi cama. Se sacó la malla entera que aun
llevaba, se acostó de espaldas sobre la cama, levantó sus rodillas, abrió sus
piernitas y dirigió mi cabeza hacia su conchita.

Comencé a chuparla, tenía una conchita casi sin pelos, estaba
mojadita, y cuanto mas pasaba mi lengua mas se mojaba.

Cuando estuvo bien lubricada, apartó mi cabeza de su
agujerito y me dijo:


Por favor tío, dame mi regalo.


En ese momento, no lo dudé, me acosté encima de ella, apoyé
mi pene en su agujerito, y comencé lentamente a introducirlo.

En medio de ese camino vi en su cara un gesto de dolor, cerró
sus ojos, abrió su boca y con sus manos se agarró de los barrotes de la cama.
Este último gesto me puso mucho mas caliente, completé la penetración y
permanecí quieto unos segundos.

Esa mueca de dolor se fue transformando en una de placer,
hasta que abrió los ojos y como haciendo una súplica me dijo:


Dame


Ahí empecé a moverme, el placer de tener a esta nenita debajo
de mi, era indescriptible. Seguí moviéndome atento a las expresiones de Marina.


Dame, tío, dame, ahhhh, si, dame

Ahhhh, siiiiii, tío, siiiii


Noté que estaba teniendo su orgasmo, pasé mis manos por
debajo de ella, apreté sus nalgas, y comencé a experimentar el mío. Terminamos
casi juntos. Me separé un poco de ella, y vi su cara de gratitud y felicidad.


Gracias tío, y me dio un beso en la boca.


Nos quedamos acostados un rato, acariciándonos suavemente.
Era un momento maravilloso, y al mismo tiempo me daba cierta culpa. Creo que
ella lo percibió y me dijo que me quedara tranquilo que nadie iba a saber jamás
de esto.

Yo le aclaré que luego de esta noche no ibamos a estar otra
vez juntos, ella hizo un gesto afirmativo con la cabeza . Esto me tranquilizó.

En ese momento se puso boca abajo. Pude ver su pequeña cola
paradita, comencé a acariciarla. Lanzó un suspiro. Yo estaba al palo otra vez.

Le abrí un poco los cachetes y comencé a pasarle la lengua
por el agujerito. Ella gemía mas y mas.

Una vez que la saliva inundó su ano, me levanté, fui a la
heladera y volví con un pan de manteca.


Tío, no, que vas a hacer?, me dijo entre preocupada y
asustada.

Te voy a dar la otra parte de mi regalo, contesté.

Pero tío, por favor, no, escuche a mami decir que eso
duele mucho.

No, mi amor, vas a ver que no duele, no haría nada que te
haga daño.


Estas palabras la tranquilizaron, hundió la cabeza en la
almohada y se dejó hacer.

Lubriqué durante largos minutos su ano con la manteca, de
tanto en tanto ella daba muestras de placer.

Tres dedos estraban fácilmente de su entrada.

Le dije que se ponga de costado, pensé que si la posición era
en 4 patas, acabaría antes de ponérsela. Me lubriqué bien el pene con la poca
manteca que quedaba, Levanté su pierna derecha y comencé la penetración.

Muy despacio, muy suave. Ella no decía nada, seguí penetrando
hasta que estuve por completo dentro de su culito. En eso ella lleva su mano a
su cola, me toca la base del pene y me dice:


Tío esta completamente adentro.

Si, mi amor, viste que no te dolió.

No tío, no me dolió, me gusta mucho esto.


Comencé a moverme de costado, le tocaba los pequeños pechos,
le acariciaba las caderas, las nalgas, le daba besos en el cuello.


Si, tío si, que lindo, dame, dame por favor, dame

Si, mi amor, como me gusta, como me gusta tu culito.

Ayyyy, tío ya estoy otra vez

Si, Marina, yo tambien ya estoy otra vez


Puse mi mano derecha sobre su conchita, y los dos tuvimos un
orgasmo fenomenal.

Luego de unos segundos le pregunté si le había gustado y no
me contestó. Me incorporé un poco sobre su hombro y vi que estaba dormida.

Mirando su culito lleno de manteca y semen también me quede
dormido.

Por rocio

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