Trío con mi esposa y un taxista


Trío con mi esposa y un taxista.

Esto que voy a contarles es real pero voy a evitar nombres y lugares.

Mi esposa y yo llevamos 10 años de casados. La conocí recién cumplía los 18 años. Era una chica rubia mediana, de senos no muy pronunciados pero con un culo redondo y macizo que es la envidia de todas las muchachas del barrio. Además lo que no le falta en tetas, le sobra en chucha, porque tiene unos labios vaginales tan gruesos y una chucha tan grande que con cualquier pantalón que se ponga se le nota la hendidura y la punta del pirigallo (clítoris).

Un día viendo unos videos pornos me puse a pensar como se vería mi mujer con una verga que no fuera la mía en la chucha, no tardé mucho en proponerle a mi esposa que hiciéramos un trío con otro macho. En un principio no le agradó pero poco a poco la fui convenciendo hasta que un día me dijo que había encontrado al hombre ideal. Cuando le pregunté de quien se trataba me dijo que era un taxista alto y bien dotado al cual ella le había ofrecido ser suya si yo participaba. La idea me pareció estupenda ya que no dejaba de imaginarme esa chucha repleta con otra pinga.

Un día ella me dijo que ya había arreglado todo y que nos encontraríamos en una discoteca. Fuimos al lugar como habíamos acordado y buscamos el rincón más oscuro del lugar. Allí bailamos un rato y tomamos unos tragos esperando a que llegara hasta que sonó su celular y ella habló con él quedando de verse en otro lugar porque debía dejar una carrera importante. Fuimos a la otra discoteca y después de quince minutos de estar en el lugar por fin llegó el que iba a cumplir mi fantasía. Allí platicamos de varios tópicos hasta que terminamos hablando de sexo y en medio del nerviosismo por la situación y por lo que iba a ocurrir le di a entender que todo estaba bien, que yo sabía que el se iba a coger a mi mujer y que para mí eso era normal. Aunque realmente no lo era porque iba a ser la primera vez que vería como otro hombre se iba a complacer con los rincones de placer de mi esposa.

Después de una hora de conversación llegó el momento de la toma de desiciones y llamé al mesero para pagar la cuenta, momento que ella aprovechó para pedir la llave del auto y adelantarse mientras cancelaba la cuenta. Cuando llegué al carro ya estaban los dos en la parte trasera y para mi sorpresa, ella estaba sentada en el asiento trasero con la espalda pegada a la ventana del carro y las piernas abiertas sobre el respaldar del asiento trasero y el delantero. El tenía la cabeza entre sus piernas y le estaba devorando la chucha, metiéndole la lengua lo más que podía en la ranura de la chucha. Yo entré y puse en marcha el auto que tenía los vidrios ahumados permitiéndole seguir con su mamada sin interrupción. Camino al motel hice algunos altos en los semáforos y aproveché eso momentos para ver como le habrían las piernas para mamarle el pirigallo y escuchar los gemidos de placer que daba mi esposa al ser devorada por otro hombre.

Cuando llegamos al motel cerré el portero automático y bajé del auto pero para mi sorpresa él solo se limitó a abrir la puerta para seguir saboreando los néctares que le brotaban a mi mujer de la chucha. No me quedó más remedio que unirme a ellos y le saqué las tetas del sostén y me las metí a la boca. Esto puso a mi mujer tan arrecha que comenzó a gemir muy fuerte poniéndonos a ambos tan arrechos que la terminamos desnudando en el auto para seguir por unos minutos mamándole las tetas y la chucha.
Al rato decidimos entrar a la habitación y rápidamente los tres quedamos desnudos. Yo me acosté en la cama con la pinga erecta y ella se sentó sobre la verga. El aprovechó y le comenzó a sobar las tetas. Comenzamos a culear un rato yo me la cogía y después ella sacaba mi verga para que el se la cogiera por detrás. Al cabo de un rato saqué una crema lubricante que llevaba y se la di para que le lubricara el orificio del culo; el lo hizo y después de un rato de frotarle la cabeza de la verga por el culo se la fue introduciendo poco a poco hasta que la tubo toda adentro. Comenzó un mete y saca y ella comenzó a gemir del placer de tener una pinga adelante y otra atrás. Mientras la enculaba le decía que se viera por el espejo con dos hombres adentro y ella gozaba al máximo. Al cabo de un tiempo los movimientos de la pinga que tenía en el culo fueron acelerando y poniéndose más dura y más rígida hasta que se corrió llenándole todo el orificio del culo de espesa leche; entonces el se la sacó y la dejó culeando hasta que me sacó la leche momento que él había aprovechado para lavarse y se había sentado a observar como mi pinga le entraba y salía de la chucha.

Cuando yo me corrí él ya estaba nuevamente con la pinga parada y arrecho así que el se acostó a un lado y ella solamente se levantó de una pinga para sentarse en otra. Comenzó a subir y a bajar sobre esa pinga y yo aproveché para ir al baño y lavarme. Cuando regresé ella estaba sentada sobre la pinga del taxista de espalda a él y me quedé mirando como ella subía y se detenía en la cabeza de aquella verga y luego se dejaba caer a horcajadas estrellándose con los huevos que le servían de almohada a ese culo saltarín. Podía observar como la telita de la chucha le salía y entraba con cada embestida de esa pinga. Esto me puso súper arrecho y aproveché esa posición para subirme a la cama y meterle la pinga en la boca y ponerla a mamar. Ella se tragaba mi verga como si fuera la última que se fuera a comer y rápidamente sentí como me salía otro chorro de leche espesa que deposité en su boca. Luego me fui a lavar y cuando regresé ella estaba acostada con los pies bien abiertos y el le metía la verga con una velocidad y dureza que creo que el golpe de las nalgas se podía escuchar en las otras habitaciones. Ella ya no gemía; gritaba de placer de la tanda de pinga que le estaban dando hasta que se comenzó a correr como una verdadera arrecha. No pasó mucho tiempo cuando el le sacó la pinga y se corrió en sus tetas dejándola toda llena de leche. Luego nos vestimos y nos fuimos satisfechos de aquella excelente culpada. En casa comentamos lo que había pasado y quedamos en invitar al que ahora es mi amigo a pasarse un tiempo con nosotros en la casa. Después les contaré lo rico que la pasamos y las culeadas que le dimos entre los dos a mi esposa.

Por rocio

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