El equipo de Basket

Hola a todos, me llamo Celia y actualmente tengo 18 años. Lo que voy a describir en este relato ocurrió hace unos meses en el colegio al que acudo.

Pertenezco a una familia adinerada y de rancio abolengo, mi padre es uno de los banqueros más importantes de España y mi madre es una alta funcionaria del ministerio de Economía. Vivimos en una exclusiva urbanización de la zona noroeste de Madrid en un ambiente pijo, una especie de reserva que nos separa del mundo exterior, que solo conocemos por las trabajadoras inmigrantes que limpian nuestras mansiones y cortan el césped de nuestros enormes jardines. Como lo que voy a contar en este relato sucede en mi colegio creo que se merece una amplia descripción.

Una niña pija y mimada como yo no podría ir a un centro que no fuera uno de los más prestigiosos y señeros de España, de esos que tienen lista de espera de varios años. Si una persona normal entrara en él se quedaría alucinada al ver el ambiente frívolo, cursi e hipócrita que se respira allí. Un breve repaso por los apellidos de los alumnos sería más que suficiente para comprobar que la mayoría son hijos de políticos, directores de medios de comunicación, banqueros, diplomáticos de otros países, etc. En nuestro colegio se le da mucha importancia a los deportes, tenemos canchas de fútbol, baloncesto, voleibol y, como no, padel. Por supuesto no podía faltar el equipo de animadoras, como decimos en España, o cheerleaders, como decimos en nuestro bilingüe colegio. La verdad es que en mi colegio abunda la belleza, mi padre decía medio en broma medio en serio que los ricos son más guapos que los feos porque sólo se mezclan entre ellos y la verdad es que la mayor parte de las chicas y de los chicos estamos muy buenos. La tradicional hipocresía de las clases altas reinaba como no podía ser de otra manera en mi escuela, y a pesar de ir todos los domingos a misa la mayoría de las alumnas nos vestíamos con poca ropa y tonteábamos bastante con los chicos, aunque el sexo era un tema tabú al menos hasta el último curso.

Hecha la descripción del colegio no tengo más remedio que hacer lo mismo con mi cuerpo, ya que, al fin y al cabo, es el otro protagonista de este relato. No voy a andarme con falsas modestias y a decir que tengo un cuerpo que no está mal, lo cierto es que a mis 18 años tengo un cuerpo de modelo, es decir, unas medidas perfectas. Mido 1.75, soy morena con el pelo largo, mis pechos, aunque todavía no están totalmente desarrollados, se mantienen firmes y con un tamaño apreciable y mi culo era la envidia de muchas compañeras ya que era duro y compacto, algo que los tangas que me suelo poner destacan. Hace unos meses me puse un piercing en el pezón izquierdo, por supuesto sin que mis conservadores padres se enterasen.

Finalizadas las presentaciones pasaré a contar los hechos que me convirtieron en la más puta de mi colegio. A finales de enero cumplí por fin los 18 años, para mi fue un día muy importante ya que para mi suponía una especie de cambo de ciclo, ya era una edad en la que los planes tontos de ir al cine con las amigas y mirar a los chicos con vergüenza pasaban al olvido y se abría ante mi un mundo de discotecas y «rollos». Celebré una gran fiesta en mi casa a la que invité a mis amigas y también a unos cuantos chicos. Sin embargo comprobé con asombro como mis amigas todavía eran unas vergonzosas. Sin ir más lejos, se presentaron todas con bañador en vez de bikini, yo me había puesto un bikini muy pequeño que resaltaba mi cuerpo pero ellas iban con bañadores que cubrían sus atributos. Además se formaron dos grupos claramente diferenciados por un lado las chicas y por otro los chicos. Es cierto que a mi fiesta habían acudido muchos chicos de último año a buscar alguna «presa» pero ¿tanta vergüenza les daba charlar con un hombre dos años mayor que ellas?

Pues si ellas no decían nada tendría que tomar yo la ofensiva. Cogí una copa y me acerqué a Alex, era el capitán del equipo de baloncesto y el tío bueno oficial del colegio, además era simpático, agradable y tenía un cuerpo de escándalo. Mientras me acercaba a él observé como recorría mi figura de arriba a abajo.

-Hola Alex que tal- y le planté un beso en la cara.

-Hola Celia que tal, la verdad es que tu fiesta está pero tus amigas no nos hablan.

-Ya ves, es que son un poco cortadas.

-Sí, en el fondo son unas crías- dijo entre risas.

No pude menos que ruborizarme ya que había dado a entender que yo de niña ya no tenía nada.

-Oye una cosa que quería decirte, no se si sabes que los padres de Marga han decidido mandarla a un internado en Inglaterra- me dijo.

Marga era una chica de último curso que se rumoreaba que estaba liada con Alex.

-Pues no, no sabía nada.

-Te comento que su puesto en el equipo de animadoras del equipo de baloncesto está vacante y el martes habrá un casting para elegir a su sustituta.

-¿Y?

-Pues eso, que supongo que querrás presentarte ¿no?

-Pero si todavía no estoy en último curso- Era una regla no escrita del colegio que nadie entrara en el equipo de cheerleaders hasta tener los 18.

-Bueno, la verdad es que tú aparentas tener 18 y con ese cuerpo no creo que sea muy difícil que te admitan. Además me encantaría verte allí bailando antes de un partido, seguro que nos darías suerte.

Me quedé alucinada por su descaro, pero acepté ir a la prueba.

Cuando acabó la fiesta y todo el mundo se había marchado me di cuenta de lo calentísima que estaba. Entrar en el equipo de animadoras era el pasaporte para integrarse en la elite del colegio. Además, las palabras de Alex sobre mi cuerpo me habían puesto a cien. Me miré en el espejo de mi habitación y me quité la parte de arriba del bikini. Oí mi respiración acelerada y vi como mis pezones se ponían erectos a gran velocidad. Me los acaricié y una suave sensación de placer invadió mi cuerpo. Sin dudarlo me desnudé completamente y con la mano izquierda me estrujé un pezón y con la derecha empecé a juguetear con mi clítoris. Era algo nuevo para mi ya que nunca me había masturbado, si acaso alguna vez me había metido la mano rápidamente en las bragas. Masajeé mi botón y el calor que notaba en mi cuerpo fue subiendo en intensidad, en el espejo me veía ruborizada. Un poco de flujo bajaba por mis piernas. Me tumbé sobre mi cama y seguí tocándome pesando en que Alex me follaba salvajemente en la cancha de baloncesto delante de todo el colegio, aunque evité introducir mis deditos pues no quería romper mi himen. La excitación fue subiendo poco a poco hasta que finalmente llegué al orgasmo entre jadeos. Cambié las empapadas sábanas de mi cama y dormí plácidamente.

El lunes decidí que era el primer día del resto de mi vida. Cogí el toro por los cuernos y fui vestida con una minifalda y con una camisa abierta que mostraba mi escote. Si quería entrar en el equipo de animadoras debía vestirme como una chica de último curso y no como una niña de 18 años. Mi ropa dejó asombradas a mis amigas y a los chicos de mi clase, de hecho algunos de ellos tuvieron que llevarse las manos a la bragueta para ocultar su erección.

Al fin llegó el martes y la tan esperada prueba. Estaba nerviosa y temblaba como un flan mientras esperaba mi turno en el gimnasio del colegio. Se presentaron bastantes chicas de último curso, pues todas sabían que entrar allí era sinónimo de sexo y fiesta. Algunas me miraron con mala cara al ver que no era de su edad, pero a mi ya me empezaba a dar igual lo que la gente pensara de mí. Era la última de la lista pero finalmente llegó mi turno y entré en el gimnasio. Estaban tres miembros de las cheerleaders y Alex, lo que contribuyó a aumentar mi nerviosismo. Por suerte no me dijeron anda sobre mi edad y pusieron una conocida canción de Britney Spears para que yo la bailara. Siempre se me han dado bien los bailes y como buena adolescente me conocía esa canción al dedillo. Me puse a bailar como una zorra, para que negarlo, aprovechando como iba vestida. Cuando terminó la canción ellas se quedaron alucinadas y Alex dio varios aplausos. Se levantaron y se acercaron a mí.

-Nos has sorprendido mucho, has sido la mejor de todas las candidatas, por lo que hemos decidido que estás dentro. Por cierto, me llamo Ana y soy la líder del equipo. Bienvenida.

Alex y las otras, que se llamaban Clara y Lucía también me felicitaron.

-Mañana mismo vienes con nosotras al final de las clases al gimnasio y empezamos a ensayar, ¿te parece? prepárate porque como sabes el domingo nuestro colegio jugará la final regional, así que hay que dar la alla y dejr el pabellón bien alto. ¿Te apuntas?

¿Qué iba a decir? no me lo podía creer

Los días siguientes fueron una auténtica locura, me integré sin ningún tipo de problemas en el equipo e hice buenas migas con cada una de ellas. Llegó el viernes y entré vestida a clase con mi habitual minifalda. Cuando abrí mi cuaderno por la página por la que me había quedado en la clase anterior me encontré con que alguien había escrito la palabra «PUTA» bien grande en una hoja. Así que mis estrechas amigas no aceptaban mi entrada en el equipo de animadoras y que me vistiera como me diera la gana, pues mejor para mí. Ellas quedarán para ir al cine y yo me iría con los de último curso.

Tras el último ensayo antes del trascendental partido del domingo las animadoras quedamos para salir con los chicos del equipo de baloncesto. Como iba a ser la primera vez que iba a una discoteca y no quería dejar pasar la oportunidad de ligar con Alex me vestí de una forma bastante provocativa. Por arriba me puse una camisa bien abierta y un sujetador de esos que realzan las tetas que me dejó mi vecina, que era dos años mayor que yo. Por debajo una minifalda y un tanga rosa, que coloqué un poco por encima de la minifalda para que se viera.. Me miré al espejo y quedé muy satisfecha. Me eché un poco de perfume, me maquillé y salí de mi casa. Mi padre me miró con mala cara al verme salir tan descocada, pero no me dijo nada.

Llegué a la discoteca y allí estaban todos, mis compañeras me presentaron a los miembros del equipo de baloncesto que iban a jugar el partido del domingo. Aparte de Alex estaban Luís, Alberto y Jacobo, todos los guapos de último curso. Mención aparte merece Byron, era el hijo del embajador en España de un país africano cuyo nombre omitiré, era negro y un armario de dos metros. Todos me saludaron y noté como me desnudaron con la mirada. Con 18 años no podía entrar en esa discoteca exclusivamente para mayores de edad pero Alberto conocía al dueño y me pudieron colar. Entramos y pedimos nuestras bebidas, notaba como Alex no paraba de mirarme, para darle celos le di la espalda enseñando mi tanga y me puse a bailar con Alberto. Conforme más nos apretábamos noté como algo en su entrepierna ganaba tamaño y se endurecía, le dejé con la miel en los labios y pasé a Luís, que me recibió con los brazos abiertos, esta vez me di la vuelta y me puse de espaldas a él, comencé a bailar y le frotaba mi culo en su bragueta. La reacción de su entrepierna fue similar a la de Alberto. Intentó sujetarme pero me escapé y le dije que no con los dedos mientras me pasaba a Jacobo, ellos formaban un círculo y yo iba de uno en uno dejándoles con la miel en los labios. Con Jacobo fui más pícara, me pegué a él y le pasé mi pierna por su culo. Las costuras de su vaquero estuvieron a punto de saltar.. Nuevamente me fui y caí en los brazos de Byron, que con una pizca de agresividad que me excitó muchísimo me agarró y me apretó contra su cuerpo. Me zafé y me puse de espaldas a él, de nuevo le puse mi culito en su polla como había hecho con Alberto. Me moví al ritmo de la música frotándome contra su verga que ganó un tamaño muy superior al de los demás. Noté que me ponía su manaza en el contorno de mis tetas, sin duda este chico jugaba fuerte, pero allí era yo el que llevaba las riendas de la situación, me separé de ellos y me fui a la barra a por otra bebida. Había dejado a Alex sin su ración a propósito, y aprecié su mirada de furia. Los otros tenían un calentón enorme y unas notables erecciones, pero él estaba furioso por que se había quedado sin su presa. Yo estaba encantada pues nunca me había imaginado que fuera tan descarada y que tuviera tanto poder sobre los hombres.

Sin embargo no soy tan mala y desde la barra le empecé a mirar con ojos traviesos mientras bebía, una ola de excitación recorría mi cuerpo y fui subiendo mi minifalda hasta que quedaron a la vista mis largas piernas y mi diminuto tanga. El estaba que no podía más pero no se atrevía a acercarse, no se si le tenía reparos por liarse con una chica de 18 años o porque también le gustaba jugar. Le di el último trago a mi copa y me separé de la barra, me dirigí directamente a él pero cuando parecía que nos íbamos a juntar pasé de largo, nuestros brazos se rozaron durante un segundo. Me reí imaginándome su cara pero me di la vuelta y le ataqué poniendo mis tetas en su espalda y mis manos en su fuerte pecho. Intentó darse la vuelta pero no le dejé, le abrí algunos botones de la camisa y le metí la mano palpando sus pectorales y sus abdominales. Cuando estuve satisfecha le agarré de la camisa y le di la vuelta, la situación estaba a punto de estallar y si no llegamos a estar en medio de la pista de la discoteca nos habríamos puesto a follar en el acto. Ahora que estábamos frente a frente por fin se decidió, nos fundimos en un beso en la boca y puse mis manos alrededor de su cuello. Alex no se quedó quieto y noté sus manos en mi duro culo, lo palpaba y estiraba la goma de mi tanga, lo que aumentó mi excitación y noté como mi coño empezaba a mojarse. Noté su polla dentro de su vaquero contra mi pecho, estaba dura como una roca. Me di cuenta de que la situación ya había llegado demasiado lejos, no quería que pensara que soy tan fácil aunque en realidad me moría de ganas de acostarme con él. Nos separamos y cada uno se fue por su lado, satisfechos. Durante toda la noche estuvimos observándonos a través de la gente, sin acercarnos, cada vez que yo me ponía a bailar con otro chico notaba sus miradas y cuando él hacía lo mismo con una chica yo no le quitaba el ojo de encima. A las tres de la madrugada salí de la discoteca y pasé a su lado rozando su cuerpo y sin decirle nada. Cuando llegué a mi casa estaba como una moto y me masturbé en mi habitación, seguro que él hizo lo mismo en la suya.

A todo esto llegó el domingo y tuvo lugar el esperado partido, la verdad es que era un partido importantísimo, era la final de baloncesto de la Comunidad de Madrid y nuestro colegio se jugaba su prestigio. Las animadoras estábamos en el vestuario y nos cambiamos. Nos pusimos unas camisetas, por llamarlas de alguna forma, ya que sólo nos tapaban, y no del todo, las tetas, dejando nuestra tripa al aire. Por abajo íbamos con unas minifaldas que nuevamente sólo cubrían nuestro culo pero no nuestras piernas. Nos peinamos y nos hicimos trenzas para dar aspecto de lolitas. Estaba temblando de los nervios cuando salimos a la cancha entre los aplausos de los espectadores que la abarrotaban. Sonó la música y empezamos a hacer nuestros bailes, mientras nos contorsionábamos observé las caras del público. Muchos hombres maduros, respetables hombres de negocios y padres amantísimos nos desnudaban con la mirada mientras los alumnos del colegio no se cortaban un pelo y nos chillaban de todo, muchos grababan la coreografía con el móvil para poder pajearse con ella en casa, las madres en general nos miraban con signo de reprobación. Terminamos nuestro numerito y comenzó el partido.

Desde un primer momento la competitividad entre los dos equipos quedó clara, pero lo que más me sorprendió fue que dentro del equipo de mi colegio parecía existir una verdadera batalla por anotar puntos, de hecho cada vez que uno encestaba se acercaba a la mesa donde estaban los de la federación de baloncesto a ver cuantos puntos llevaba y en que puesto estaba del ranking de anotadores. Pronto quedó claro que los máximos anotadores eran Alex y Byron. Yo no entendía a que venía tanta rivalidad entre ellos, pero mis compañeras animadoras también escudriñaban la lista y a continuación me miraban y esbozaban una sonrisa. No tardaría en descubrir el porqué.

Al final nuestro equipo se impuso por cuatro puntos sobre el colegio rival. Cuando se cumplió el tiempo reglamentario el estadio explotó de júbilo por la victoria que nos situaba como campeones de la Comunidad de Madrid por tercer año consecutivo.

La celebración en la cancha duró un buen rato. Alex, como capitán del equipo, fue el encargado de recoger el trofeo, era una copa plateada con base de madera bastante grande.

La celebración se trasladó al vestuario y aquello parecía que iba a reventar, estaban todos metidos en las duchas cantando y descorchando botellas de champán con las que se regaban entre ellos. Pronto nos vieron y fuimos nosotras las víctimas, la verdad es que no nos importó en absoluto pues estábamos imbuidas de ese ambiente victorioso. Al cabo de unos minutos, observé como la fiesta continuaba pero mis compañeras iban abandonando los vestuarios disimuladamente. El entrenador hizo lo mismo después de colgar la lista de los máximos anotadores en una pared y oí como cerraba las puertas del vestuario con llave. De repente me encontré rodeada por todo el equipo y en cuanto intenté salir me cerraron el paso, seguían cantando y celebrándolo pero se notaba que estaban disimulando y estaban al tanto de lo que allí estaba sucediendo. Intenté abrirme paso y empujé a Alex, que me sujetó.

-¿Pero que hacéis? dejadme salir.

-De eso nada Celia, ¿no te han contado nada? esto es una prueba que tienen que pasar todas las que entran en el grupo de cheerleaders.

Les miré a los ojos a cada uno, algunos esbozaron unas sospechosas sonrisas, y me di cuenta de lo que me esperaba. Y no solo me gustó, es que lo estaba deseando. Las ganas de sexo y la excitación de todos se notaban en el aire, la tensión se podía cortar con un cuchillo, estaba acorralada en el centro del vestuario rodeada de sementales dispuestos a follarme por todos los agujeros.

Alex me empujó hacia el centro del círculo y se empezó a quitar la camiseta y los pantalones, dejando ver una polla de buen tamaño que ganaba longitud rápidamente. Yo me quedé alucinada al ver que se desnudaba delante de mí, pero para que negar que era el chico que me gustaba y verlo así desnudo delante de mí provocó una sensación de excitación creciente.

-¿No querías follarme? Pues aquí estoy.

-Pero Alex, delante de todo el mundo…-dije intentando parecer recatada, aunque estaba caliente como una chimenea.

-No te hagas la estrecha ahora, además esta prueba la han pasado ya tus compañeras, y todas con muy buena nota por cierto.

El círculo se abrió, algunos jugadores se fueron hacia la lista y comprobaron el puesto en el que habían quedado, en ese momento me di cuenta de porque habían competido tanto en anotar puntos, eso les daba derecho a follarme en orden, los primeros me encontrarían fresca.

Todos sabíamos de qué iba esto y lo que íbamos a hacer. Acepté que iba a ser follada por todos los miembros del equipo uno detrás de otro y me puse caliente como no me había puesto nunca, además el hecho de que fuera a ser Alex el que me desvirgara me gustó todavía más. Los otros jugadores volvieron al círculo y Alex se acercó a mí. Cuando estaba a punto de agarrarme le paré con la mano, iba a ser yo la que llevara la voz cantante. Me puse de espaldas a él y le restregué mi minifalda por su erectísima polla, en apenas unos segundos me deshice de mi ropa y quedamos los dos completamente desnudos en medio del círculo, me abracé a su fuerte cuerpo y nos besamos con lascivia, metiéndonos la lengua y frotándonos.

Me puse de rodillas y comencé con la que iba a ser la primera mamada de mi vida, esperando que me saliera bien. Introduje su palpitante polla en mi boca poco a poco, había oído que lo más importante era que mis dientes no rozaran su pene así que con mucha parsimonia me la introduje hasta la garganta, mientras que con la mano derecha le estrujaba los huevos. Una vez metido el mástil hasta el fondo comencé con la mamada. Para darle más emoción en un primer momento le chupé solo la punta pero después me la volví a introducir del todo, la verdad es que me resultaba fácil, y, a juzgar por la cara de Alex, lo debía estar haciendo bastante bien. Seguía mamando y decidí prescindir de las manos, sólo mi cabeza se movía mientras colocaba mis brazos en mi espalda y le miraba a los ojos a Alex. Con el rabillo del ojo pude comprobar que algunos jugadores se habían sentados en los bancos, se habían bajado los pantalones y se estaban masturbando. La situación no podía ser más excitante, Alex y yo en el centro del vestuario mientras yo se la chupaba y el resto alrededor disfrutando de la escena. En ese momento deseé que los pajilleros no se corrieran porque igual no les quedaban fuerzas después para follarme. Me sentí una puta.

A los dos minutos Alex sacó su polla de mi boca mientras su cara ponía cara de estar realizando un gran esfuerzo para no eyacular.

-Joder no parece que sea la primera vez, pero ahora pasemos a mayores.

Lo estaba deseando.

Me tumbé en el suelo, abrí mis piernas y las levanté, dejando mi todavía virgen coñito listo para Alex. El también se puso en el suelo pero antes de metérmela procedió a lamérmelo, desencadenando mi chorreo al instante. Allí tuve mi primer, que no último, orgasmo de la noche, gracias a la destreza de Alex y de su lengua. A continuación procedió a comerme las tetas, dio mucha importancia al piercing que tenía en el pezón, que no paraba de morder y metérselo en la boca. Pasados los preliminares Alex se incorporó y mi corazón se desbocó pues comprendí lo que venía a continuación

Me agarró las piernas, me las sujetó, y noté su pene que estaba a punto de entrar en mi cueva. De un golpe me la clavó. Es difícil describir lo que sentí pero fue algo parecido a un desgarro cuando comprobé que mi himen había sido perforado. Se quedó unos pocos segundos dentro de mí, no pude evitar un chillido de dolor y vi como salía un poco de sangre de mi coño. Alex no se anduvo con contemplaciones y comenzó el mete-saca a buen ritmo. Poco a poco la sensación de dolor se fue convirtiendo en una de inmenso placer cuando recibía las embestidas del semental, cuyas gotas de sudor empezaban a bajar por sus pectorales por el esfuerzo realizado, yo cerré los ojos y me dejé llevar, no recuerdo cuanto duró la follada pero a los pocos minutos noté una sensación de calor en mi coño que se extendía por todo mi cuerpo y me corrí, me corrí como una loca y fue algo genial. Los orgasmos se fueron repitiendo, no pude evitar llevarme un dedo a la boca para morderlo del placer que recibía, aparte de la follada lo que más me excitaba era saberme observada por un montón de tipos que esperaban su turno para cogerme, saber que era la fantasía erótica de esos chicos y que esto no había hecho más que empezar me hicieron encadenar una serie de riquísimos orgasmos.

Alex daba muestras de estar a punto de correrse, yo no sabía si se correría dentro o fuera porque no se había puesto ningún condón y estábamos follando sin precauciones. Noté como su polla se hinchaba dentro de mí y como cerraba los ojos, la eyaculación era inminente, tras unos segundos gritó como un animal y una riada de leche inundó mi estrechito coño que no pudo absorber una cantidad de semen semejante y expulsó parte, que se mezcló con mis jugos.. Fue mi primer polvo y la verdad es que le pongo una matrícula de honor.

Se desacopló de mí resoplando, sudando.

-Muy bien, sí señor, menuda puta estás hecha, y sólo tienes 18- dijo mientras se levantaba y echaba las ultimas gotas de su semen en mi tripa.

-Menudo descubrimiento hemos hecho.

-Esta zorra quiere más.

-Si en el fondo le gusta.

-Ya verás cuando me toque a mí.

Lo cierto es que sus comentarios soeces solo lograban aumentar mi excitación.

Alex fue a sentarse en un banco cuando vi que Byron tomaba el relevo. Se quitó la camiseta pero cuando se bajó los pantalones vino la sorpresa de la noche y comprobé que los tópicos sobre los negros eran ciertos, aquello parecía un cañón por su longitud y su grosor.

La visión de la polla del africano fue seguida de los aplausos del resto del grupo.

Sin dirigirme la palabra se acercó lentamente a mí, me puse de rodillas y vi aquel portento dirigirse directamente hacia mis labios. Tragué saliva y abrí la boca. La verdad es que me costó dios y ayuda meterme eso, de hecho no me cabía toda y una parte se quedó fuera. Me costaba respirar y estaba agobiada, pero inicié mi trabajo con al misma dedicación de antes, solo que esta vez no espero a correrse en mi coño y ante mi sorpresa eyaculó en mi boca una riada de lefa que tuve que escupir pues me ahogaba.

-Ahora verás que quedar segundo también tiene sus ventajas.

Me levantó como un saco y me puso a cuatro patas en un banco. A pesar de haberse corrido hace unos segundos su polla seguía igual de dura. Vi como se escupía las manos y se me vino el mundo abajo: ese negro pervertido me iba a dar por culo.

-No por favor por detrás no.

-¿Quién eres tu para exigir nada? El segundo anotador da por culo siempre.

-Si no te gusta te largas del equipo de animadoras-dijo Alex desde su banco.

-El muy cabrón siempre queda el segundo aposta- dijo Juan entre risas.

Me callé y esperé a que empezara la fiesta.

Se untó la saliva en su polla y en mi ano y noté la punta de su rabo en la entrada de mi coño.

-Ahora no te muevas o te dolerá más- me ordenó.

Poco a poco me la fue metiendo, al principio no noté nada pero conforme eso iba entrando la sensación de un dolor agudo e intenso me hizo gritar. Él, temiendo que me escapara, me agarró de las caderas y cogió mis dos trenzas en cada una de sus manos. Siguió metiéndomela hasta que tocó fondo. Me salían lágrimas del dolor y rogué y supliqué que me la sacara, pero todo fue en vano. Mi primera experiencia con el sexo anal no fue ni mucho menos placentera, si bien es verdad que el dolor se fue mitigando a medida que el animal me la metía y me la sacaba, pero tuvo que pasar mucho tiempo hasta que disfrutara de una buena enculada. Decidí resignarme y esperar a que se corriera lo antes posible, elevé la cabeza y vi al resto de los chicos pajeándose, aunque todos evitaron correrse a la espera de su turno.

El espectáculo que estábamos ofreciendo era inimaginable, si mis padres me hubieran visto en los vestuarios del colegio mientras era enculada por un negro y a la espera de ser follada por el resto del equipo de baloncesto se les hubiera caído el mundo encima, pero a mi la verdad es que me daba igual todo.

El africano aguantó bastante pero al final se corrió dentro de mi ano. Cuando me levanté noté la leche de Byron saliendo de mi culo y la de Alex saliendo de mi coño que iban resbalando por mis piernas. Estaba cansada pero quería más.

Miré la lista y le hice una señal a Luís para que atacara, se despojó de su pantalón, su polla no tenía el tamaño de la de Alex o la de Byron pero no estaba mal. En vez de la mamada prefirió meter su polla entre mis tetas. La estrujé y comencé a hacerle una cubana. Antes de correrse paró y me la metió por el coño, su verga entró y provocó la expulsión de un poco del semen de Alex, el polvo no estuvo nada mal y me corrí un par de veces, él eyaculó dentro de mi desbordado coño que de nuevo no pudo absorber todo el semen.

No había tiempo para el descanso y después de Luís le tocaba a Alberto, pero ante mi sorpresa salió con Jacobo. Se acercaron a mí cada uno por un lado y sin mediar palabra el primero me la metió por el coño y el segundo por el culo, lo que fue muy celebrado por el resto de los chicos, parecía que ese día iba a recibir una lección acelerada de posturas y técnicas sexuales así que acepté que me follaron por los dos agujeros, el culo ya no me dolía tanto pero empezaba a notar el cansancio de estar tanto tiempo follando. Su coordinación fue total y demostraron ser muy duchos en el noble arte de la doble penetración, sin duda lo habían practicado antes con otras animadoras. Debido a la excitación del momento no aguantaron mucho y ambos se corrieron uno en mi culo y otro en mi desbordada vagina.

Por último le tocó a Gonzalo, era un chico un tanto gordo que cuando se bajó el pantalón vimos que tenía una polla muy chica. Era un suplente pero como había jugado un par de minutos y había anotado dos puntos tenía derecho a follarme como los demás. Comenzó a metérmela ante las miradas del resto de los chicos que hacían bromas sobre el tamaño de su miembro, no llevábamos ni un minuto de polvo cuando noté como su polla se iba haciendo más y más pequeña dentro de mi coño, hasta quedar totalmente flácida, él hacía como que me la seguía metiendo pero yo notaba que no estaba dando la talla. Me saqué su polla y cuando los otros la vieron salir morcillona se burlaron de él. Procedí a chupársela para ver si ganaba tamaño pero aquello no lo levantaba ni una grúa. Finalmente lo aparté de mí con el pie. Ni que decir tiene que el resto del grupo estalló en carcajadas y que eso iba a ser sin duda un motivo de humillación para ese chico durante todo el curso pero si con 18 años ya era impotente… yo estaba allí para follar y no para aguantar tonterías. Se quedó en un rincón del vestuario y no participó en el resto de la orgía.

Me levanté y vi las caras de cansancio del resto del grupo, no tenía el reloj pero deberíamos haber estado follando unas dos horas como mínimo. Por mi parte no puedo negar que estaba eufórica por haber cumplido mi sueño de haberme follado a todo el equipo de baloncesto. Mi culo y mi coño evacuaban cantidades ingentes de semen de distinta procedencia que manchaban mis piernas y el suelo, no se quien limpiaría el suelo del vestuario pero se iba a quedar alucinado al ver el pastel.

-Bueno, que nota le ponemos a esta putita- dijo Alex mirando a los otros.

-¡Sobresaliente con matrícula de honor! -dijo Luís provocando las risas de los demás.

Yo también me reí y procedimos a meternos en las duchas para limpiarnos, allí me rodearon entre todos y me magrearon, yo enjabonaba sus cuerpos pensando que ya había acabado todo pero cuando salimos de las duchas observé que Alex cogía el trofeo del campeonato.

-Tu aprendizaje no ha terminado todavía, has tenido suerte de que hayamos ganado un torneo porque así aprenderás una técnica más.

Me cogió de los hombros y me obligó a ponerme de rodillas. Yo me asusté un poco al ver que el resto del equipo, con los rabos erectos de nuevo, me rodeaban y situaban sus miembros a escasos centímetros de mi cara. Alex me puso la copa en las manos y me obligó a ponérmela debajo de la barbilla

-Es costumbre en este grupo celebrar los campeonatos con un bukkake sobre la mejor animadora, y tú te has llevado la palma.

En ese momento no entendía nada sobre eso de «bukkake», pero como se suele decir se aprende por experiencia. Más adelante busqué información en Internet y vi que era una costumbre habitual en el Japón feudal para castigar a las mujeres infieles, se las ponía de rodillas y varios hombres se masturbaban y eyaculaban en su cara.

Como he dicho antes en ese momento no sabía nada pero al ver como todos se llevaban su mano a la polla y se empezaban a masturbar até un cabo y me di cuenta de lo que me esperaba. Al minuto Luís dijo:

-No aguanto más me voy a ir.

-Espera un poco que yo casi estoy.

-Unos segundos más por favor.

Nada más decir esto Luís dio un gemido y soltó su leche sobre mi cara, recibí un manguerazo de su lefa en mi mejilla derecha. La corrida de Luís dio vía libre a los demás para eyacular, Alberto y Alex se vinieron al mismo tiempo sobre mi nariz y mi frente, lógicamente tenia los ojos cerrados, notaba su leche impactando en mi cara y bajando por ella hasta caer en la copa, que la recogía aunque una parte se derramaba sobre mis tetas y sobre el suelo. Jacobo no tuvo piedad y recibí su descarga en la boca y en el pelo. Por último le tocó a Byron que dio un bramido y se corrió como un aspersor y sin ningún control sobre toda mi cara y mi cuello, no me extraña con esos cojones debía de tener unas reservas de semen muy apreciables. Notaba mi cara cubierta de esperma, no podía abrir los ojos pero hacía esfuerzos para que se derramara en la copa y no cayera al suelo. Finalmente miré y vi mi cuerpo chorreando semen y la copa medio llena con lo que había podido recoger.

-Ahora todo para adentro- me dijo Byron haciendo con las manos como si volcara la copa.

Sin dudarlo un segundo cogí el trofeo y lo vacié sobre mi boca que recibió lo restos del semen de los cinco sementales mezclado, era pastoso y viscoso por lo que me costaba tragarlo, pero su sabor salado no me disgustaba y me lo tragué todo. Me volví a duchar, nos vestimos y salimos del vestuario entre risas y bromas. Me había ganado a pulso el puesto de animadora. Me dieron una píldora anticonceptiva porque tras lo que habíamos hecho no quedaba ninguna duda de que me iba a quedar embarazada si no me la tomaba.

Nos despedimos y tomé el bus para volver a mi casa. Estaba amaneciendo y me encontraba extenuada y agotada por la sesión de sexo, pero contenta al fin y al cabo por haber perdido la virginidad de una forma tan placentera y original. Cuando entré en mi chalet me preguntaba cuando volvería a follar de nuevo, pues mi cuerpo me lo pedía a gritos.

Por rocio

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