Mi primera vez, ¡fue con mi perrito!

Esta es la historia de cómo fue mi primera experiencia sexual y fue con mi perrito «Juguetón». Yo soy Mónica y mi infancia la pase en el campo, teníamos un perro muy bonito de raza Pointer Inglés, blanco con manchas rojizas, era muy juguetón, le encantaba correr por la granja y en varias ocasiones tuvimos que correr tras de él para alcanzarlo y evitar que se escapara.

No sé bien como fue que comenzó mi fascinación hacia él, no sé si seria la soledad en la que me encontraba, tenia 18 años, no tenía amigas y ni mucho menos un novio. La única con la que pasaba el tiempo era mi hermana, aunque ella me apoyaba, aun así yo me sentía muy sola. Así pues comencé a pasar mas tiempo con Juguetón, todas las tardes al regresar de la escuela, me ponía a jugar con él hasta que mamá me llamaba a comer, convencí a mi papá de que lo dejara quedarse toda la noche en mi cuarto, me costo mucho trabajo convencerlo pero al final como casi siempre termino accediendo a los caprichos de su princesita.

Una noche después de haberme bañado y aun estando desnuda en mi habitación, justo en el momento en el que me agache para ponerme mi ropa interior sentí su hocico frió y húmedo en mi colita, sentí su aliento cálido en mi piel, me quede sorprendida e inmóvil, fue una sensación muy agradable, pero en un instante la idea me pareció demasiado guarra, enfadada me volteé hacia él y con tono firme le reprendí.

– Eso no se hace Juguetón, no es divertido – pero la realidad fue otra, esa nueva sensación despertó en mi un instinto casi animal que terminaría entregándome completamente a él.

A costada en mi cama trate de no darle importancia a lo que avía sucedido, trate de dormir pero casi me fue impasible, en mi mente daba vueltas una y otra vez la idea de sentir otra vez el húmedo hocico de mi perro en mi rajita. Comencé a excitarme y paso por mi mente la idea de ¿porqué no? Me senté en la orilla de la cama, mi cuerpo temblaba de la excitación que sentía, me quite el pantalón del pijama y comencé a frotarme la conchita por enzima de mi calzoncito.

Juguetón parecía estar dormido, pero comencé a llamarlo, después de un par de intentos él alza su cabeza y camina hasta mi cama. Yo seguía acariciándome, mis pezones sé sentian duritos y mi calzón comenzaba a humedecerse.

– Vamos, Juguetón, ven chiquito, ven quiero que me pongas tu naricita en mi cosita otra vez- pero Juguetón, no reaccionaba.

– Vamos, acércate, no tengas miedo esta vez no te voy a regañar- le decía mientras me quitaba el calzoncito. Se me ocurrió que tal vez si se lo daba a oler el se acercaría.

Le puse el calzoncito en su hocico justo donde estaba húmedo con mis fluidos y el los olfateo, se acerco hasta mi entrepierna pego su nariz fría a mi vulva. Al sentirlo me estremecí, metí mi dedo índice un poquito en mi rajita y se lo acerque a su hocico. Él lo comenzó a lamer, se acerco mas a mí, olía como desesperado mi sexo como si buscara de donde salía ese olor rico que le había gustado. Y cuando menos me di cuenta comenzó a lamerme de una forma tan impresionante que casi de inmediato comencé a gemir, sentí un poco de miedo que mis papás y mi hermana me escucharan, así que con mi mano derecha me tape la boca para silenciar un poquito mis sollozos.

Su lengua recorría todo mi sexo hasta llegar a mi colita, en cada arremetida mi cuerpo se convulsionaba en un estado casi hipnótico de placer. Sentía mis pezones casi a reventar, con mi mano izquierda los pellizcaba y jalaba aumentando así las sensaciones, que en un momento se juntaron; fue como si el tiempo se hubiera detenido y una explosión de energía se acumulara en mi cuerpo hasta que ya no pude más. Termine en un orgasmo que me hizo llorar, con los ojos llorosos y el cuerpo empapado en sudor me quede completamente dormida, esa noche ya no supe mas solo dormí.

Estaba fascinada con lo que sucedido la noche anterior, me humedecía tan solo de pensar en lo que había sentido. Esa mañana no pude concentrarme en la escuela, solo contaba las horas y los minutos para que fuera el momento de regresar a casa, solo quería jugar con mi perrito y hacer las travesuras que había descubierto anoche.

Para no variar esa mañana el descanso fue más insoportable que como de costumbre, sentada sola en el patio, mientras miraba como las demás chicas jugaban o platicaban reunidas en grupitos de amigas, me sentí más sola que nunca, quería que mi perrito Juguetón, estuviera ay con migo. Por fin sonó el timbre de la escuela, ya eran las dos de la tarde y sentí una gran emoción porque podría jugar con mi perrito, Llegué casi volando a casa, aventé mi mochila al sillón de la sala, le avise a mama que ya había llegado y que saldría a dar una vuelta a la hacienda con Juguetón.

Salí al patio, Juguetón estaba echado como siempre bajo el limonero, al verme alzó la cabeza y moviendo su cola se acercó a mí.

-Me extrañaste- le pregunte mientras le acariciaba la cabeza y el cuello – vente vamonos- y como siempre él me siguió.

Me sentía muy nerviosa pero a la vez excitada, mi cuerpo temblaba como si tuviera frió a pesar de que hacia mucho calor. Camine con mi perro lo mas lejos que pude, no quería que mi padre o alguno de sus empleados fueran a encontrame jugando de esa manera con Juguetón. Así me dirigí hasta donde no pudieran encontrarme, ya una vez segura de que nadie podía vernos me senté en el pasto y comencé acariciarlo en la cabeza y en el cuello, como de costumbre Juguetón lamía mi cara y movía su cola.
-¿Te acuerdas de lo que hicimos anoche? Hoy vamos a jugar otra vez.

Me levante del suelo y tras revisar con la mirada por ultimas vez, me quite mis calzoncitos y los arroje a un lado de Juguetón, una cosquillita rica salía de mi clítoris y parecía viajar hasta mis pezones, poco a poco sentí como se iban endureciendo hasta que se podían notar por enzima de mi blusa, Me senté de nuevo en el suelo, pero esta vez con las piernas separadas, podía sentir el pasto fresco en mi entrepierna y la cálida brisa del viento hicieron que deseara tocarme. Con mi dedo índice comencé a rozar poco a poco mi clítoris, me estremecí de placer cuando sin que lo esperara Juguetón comenzó a pasar su lengua áspera por mi vulva, no pude menos que lanzar un acallado pero lleno de placer gemido.

Cerré mis ojos y mientras Juguetón me comía con su enorme hocico, mis manos acariciaban mis pechos, redondos duros y tan sensibles que no podía creer lo que estaba sintiendo. Mi respiración se fue volviendo mas y más agitada, de mi boca no salían mas que suspiros, y de repente convertidos en un lloriqueo casi infantil tuve un orgasmo.

Juguetón no paraba de lamerme, en cada embestida podía sentir como si su lengua ásperamente llegaba casi hasta mi útero. Yo quería mas, jamás pensé que pudiera gritar tanto de placer o que mi perrito pudiera dármelo; pero así era, tuve un segundo orgasmo justo en el momento en el que embriagada en placer, lujuria y sexo; mi vagina comenzó a contraerse y empapada en sudor quede exhausta en el suelo.

Extenuada tarde algunos minutos en reponerme, me senté de nueva cuenta en el suelo, mi respiración aun era un poquito agitada, me ardía mi conchita y al tratar de levantarme las piernas me temblaban; fue entonces cuando vi a Juguetón a unos pasos mas adelante echado en el suelo, cual grande fue mi sorpresa al ver que él se lamía un enorme pené que le salía de entre las piernas. Era enorme, roja y se le notaban un montón de venas; asombrada me acerque hasta él, llena de curiosidad intente agarrarlo, pero me entro un poco de miedo al pensar que tal vez se enfadaría y me lanzaría una mordida, el problema era que me sentía tan excitada que en verdad quería tocarla, quería sentir como era y me preguntaba en mi mente sí seria como tocársela a un chico. Decidida lentamente fui acercando mi mano hasta su pené, solo me atreví a ponerle un dedo enzima, pero al notar que él solo me miraba y sacaba la lengua como cuando le acariciaba la cabeza, me dio el valor suficiente para agarrarlo con toda mi mano; se sentía muy dura y era tan gruesa que apenas y lograba rodearlo con mi mano.

-¿Quieres que te masturbe?- le pregunte excitada. Pero la verdad es que aun que Juguetón me hubiera dicho que no, mi mano ya había comenzado con esta tarea. Quede sorprendida al darme cuenta que entre mas lo estimulaba su pené crecía y se ensanchaba aun más.

Estaba tan emocionada, jamás pensé que Juguetón reaccionaria de esa manera ante mis caricias, era como si le gustara lo que le hacia, pero… ¿Seria lo mismo que masturbar a un chico? Y si se lo chupaba ¿Qué pasaría?

Cerré los ojos y acerque su pené a mi boca, trate de rozarlo con la punta de la lengua pero no pude. Tenia miedo, hasta ese momento, había fantaseado e incluso planeado como seria mi primera vez.

-¿Qué estoy haciendo? – me pregunte, así no era como lo había planeado… ¡así no!…


Por primera vez en los últimos meses Juguetón; no paso la noche en mi cuarto, me sentía tan confundida que lo mejor que pude hacer era no tener al perro cerca, por lo menos un tiempo. Pero pase una noche muy extraña, despertaba continuamente masturbándome y soñando casi despierta que Juguetón me hacia el amor, como si fuera un hombre. Desperté sudorosa, con la mano entre mis piernas y completamente excitada, me sentía extraña y confundida.

¿Cómo saber, que mis sentimientos no estaban influenciados por mi soledad? No lo sabia, pero tampoco me importaba; me había dado cuenta que durante esos dos días mi corazón latía de excitación, me emocionaba al extremo tener que cuidarme, para que no me viera nadie con mi perro y sobretodo me di cuenta que ya no me sentía tan sola. Ese día decidí que por más malo que fuera yo no podía estar peor.

Decidí esperarme hasta la noche, por que en el día seria imposible que nadie me descubrieran. Espere a que mis padres y mi hermana se durmieran, salí cuidadosamente de mi habitación y tras revisar que mis familiares dormían, llame en voz baja a Juguetón, salimos juntos al patio y caminamos hasta la parte de atrás del ático, a solo unos cuantos metros de mi casa, pero lo bastante aislado como para que nadie nos escuchara. Las ansias me hacia temblar, el roce de mi

camisón sobre mi piel desnuda me hacia sentir como en un sueño, sentía mis pezones duros y estos se notaban a través de la fina tela blanca.

-¿Te gusto?- le pregunte a Juguetón, mientras el camisón se deslizaba por mi cuerpo hasta el suelo.

Que de desnuda frente a Juguetón, me sentía tan húmeda, salvaje e increíblemente para mí, lo único que en ese momento quería, era tener el enorme y grueso pené de mi perrito en mis manos, quería chupárselo y una ves que él estuviera a mil, quería que me penetrara, tan salvaje como lo hacia con sus perritas. Me puse en cuclillas, lo mas cercas a él que pude, con mi mano derecha comencé a masturbarlo, pero pasados unos minutos no sucedía nada y Yo me volvía loca de deseo.

No aguante mas y me acosté sobre la hierba, separe las piernas lo mas que pude y mientras me acariciaba, lo llame.

-Ven, chúpame la colita, vamos chiquito ven- Juguetón se acerco a mí, y de inmediato comenzó a lamerme la vulva, de una manera tan brutal que casi de inmediato comencé a llorar de placer.

A cada lengüetaso suyo, mi cuerpo se estremecía, sentía entrar su lengua áspera hasta lo mas intimo de mi ser. No tarde mucho en tener el primer orgasmo de esa noche.

-A hora me toca a mí- le dije juguetonamente a mi perrito mientras me levantaba, todavía agitada por la tremenda lengüeteada que juguetón me acababa de dar. Le acaricie el lomo, la sensación de su suave pelaje en mi mano, se hizo sentir reconfortada y mucho más segura de lo que estaba por hacer.

Con suavidad baje mi mano hasta su pancita, y no me sorprendí al ver que esta vez su pené asomaba una puntita roja de su funda de piel peluda, se notaba ya bastantemente excitado y sin pensarlo mucho la tome con mi mano, con un suave movimiento de arriba a bajo comencé a masturbarlo llena de placer. Me encantaba la sensación de su pené, duro como si fuera un palo, pero tan sube y cálido al tacto, que estoy segura que cualquier chica enloquecería al tener un pené así en su mano. Juguetón se excitaba cada vez mas, lo notaba porque su pené empezó a ponerse enorme, entonces cerré mis ojos y sin pensarlo mucho lo metí en mi boca; Apenas y cabía en mi boca, estaba caliente y su sabor salado al principio me pareció chocante, pero conforme se la iba chupando y Yo me iba excitando llego a gustarme.

Comencé a notar que su pené se iba engrosando cada vez mas en mi boca, y de este salía un liquido calientito, que aunque no-tenia mal sabor, empezó a provocarme horcajadas y me vi obligada a sacármelo de mi boca. En verdad se había puesto enorme, aun sorprendida y recuperándome de la asfixia, Juguetón se puso como loco, daba vueltas alrededor de mí, y a aprovechando que quede a gatas, él se monto en mi agarrándose fuertemente con sus patas a mi cadera. Frenético bombeaba queriéndome penetrar, su pené chocaba contra mis nalgas y en una de sus embestidas por poco y me penetra por la colita; Me espante muchísimo, no quería que me la metiera por ahí, trate de safarme pero lo único que conseguí fue que me gruñera e intentara morderme el cuello.

-detente Juguetón me haces daño- le implore al perro. Me quede inmóvil un momento, estaba aterrada, comencé a llorar e intente safarme de nuevo, pero la repentina violencia con la que Juguetón intento detenerme, hicieron que lo reconsiderara una vez más.

Pero mi esfuerzo no fue tan en balde, en el segundo intento de quitármelo de enzima, mi colita quedo mas arriba y mis pechos quedaron al ras del suelo. No tardo mucho en atinarle a mi vagina, y una vez que entro la punta, me la metió completa hasta el fondo, sentí un dolor horrible, como si me destrozara todo por dentro, mis lloriqueos se intensificaron tanto que temí que mis padres me escucharan llorar, pero ya no podía hacer nada, Juguetón me había penetrado y en ese momento me poseía como su hembra, me cogía de una manera tan salvaje que me arrepentí de todo, afortunadamente para mi el dolor empezó a desaparecer y cuando menos me di cuenta se había convertido en placer. Lo sentía tan rico dentro de mí, que se me olvido el mal rato que pase, en un instante mis sollozos dejaron de ser de dolor para convertirse en gemidos llenos de placer, que salían de mi boca, acompañados de palabras que inconscientemente y a causa del estado en que me encontraba, le decía a mi perro: -¡Ay que rico, que rico… sigue perrito, así cogeme cogeme…!

Los orgasmos no se hicieron esperar, aun que suene exagerado llegaron uno tras otro, hasta sumar tres, sumida en una cascada de erotismo zoofilico y en un estado semiinconsciente, no note el momento en el que mi perro quedo abotonado a mí, ni tampoco el momento en el que paso su pata por encima de mi espalda y quedamos mirando hacia lados opuestos del campo, me di cuenta hasta que comencé a sentir como se llenaba mi vientre con un liquido que parecía estar hirviendo, era tanto que sentía como escurría por mis piernas. Pasados unos minutos, Juguetón tiro hacia adelante intentando zafarse, sentí un dolor como si me desgarraran por dentro, intente agarrame de la hierba para evitar ser arrastrada por el suelo, pero entre mas me sujetaba mas tiraba el perro y me hacia daño, no se cuento tiempo mas estuve abotonada, pero no tardo mucho en poder zafarse. Quede rendida en el frió pasto aquella madrugada, mientras que de mi vagina salía un rió de esperma mezclado con sangre.

Había sobrevivido a mi primera experiencia Zoofilica y sexual en mi vida, estaba completamente rasguñada de las caderas, tenia las rodillas raspadas y mi vagina estaba tan adolorida que tardo un par de días en recuperar su estado normal. Desde ese día las cosas cambiaron entre mi perro y yo, me había convertido en su perrita y él lo sabia, en varias ocasione Juguetón intentaba montarme y en otras hasta llego a gruñirme para que le obedeciera, lo tuve como amante un par de años mas hasta que él ya no pudo.

Por rocio

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