Hola. Soy un hombre maduro, separado desde hace años. Debo decir que desde mi divorcio, mis encuentros sexuales han sido siempre esporádicos, y siempre con mujeres… hasta este verano pasado. Nunca me sentí atraído por los de mismo sexo, y aunque siempre respeté a quienes tenían esa opción sexual, nunca me llamó demasiado la atención.
Mi historia comienza la tarde de un día de agosto, en el sofocante calor del verano en Madrid. La jornada intensaba hacía que a las tres y media de la tarde saliese de trabajar. Normalmente me iba a la piscina, a algún cine refrigerado, o simplemente a mi casa. De camino a ella, pasaba siempre por delante de un cine porno, de esos «X», y aunque las películas porno me gusta verlas en casa, en el vídeo, para poder masturbarme con ellas, aquel día pensé en entrar. El cine estará refrigerado y estaré fresquito, me dije. Si la película me excita, me haré una paja al llegar a casa, sino, siempre puedo amodorrarme en la butaca y esperar a que caiga el sol y haga menos calor fuera.
Era un cine de sesión continua, de esos que al acabar la película, vuelve a empezar sin necesidad de salir del cine. La película estaba ya empezada y lo primero que me sorprendió es que no hubiese acomodador. Entre en la sala y esperé unos minutos de pie junto a la puerta para que mis ojos se acostumbrasen a la oscuridad. Pronto vi que no había demasiada gente, creo que todos eran hombres, pero sí un extraño trasiego de gente por el pasillo central. Iban y venían, parecían buscar a alguien.
-Que extraño, pensé, decidiéndome ir a sentar a un extremo de la fila, junto a la pared, para que quienes iban y venían por el pasillo central no me molestasen. En la pantalla una chica con pinta de inocente estaba siendo manoseada por un hombre mayor, que deduje que era su jefe. Aunque ella se resistía, el hombre le levantaba la falda, de tocaba las bragas, las tetas y la acosaba sin parar. La historia me empezó a interesar y a excitar. Separé un poco la piernas y me empecé a tocar la polla, por encima del pantalón, -aquí, tan lejos de todos, nadie me ve- pensaba mientras que en la película, la chica, ya había sido desnudada por su jefe y se la folla con ganas mientras ella chillaba de gusto.
De repente veo que alguien se ha sentado en la butaca contigua. Qué fastidio, pienso. El cine medio vacío y este viene precisamente a sentarse aquí. Le miro de refilón y veo que es un chico de unos 23 años, con el pelo muy rapado. Lógicamente con él al lado, ya no me puedo tocar, por lo que pongo más atención en la película, pensando en la paja que me voy a hacer cuando llegue a casa recordando las escenas.
De repente, cuando más atento estoy en la película, noto que una de sus piernas roza las mías, que seguían algo separadas. Le miro y descubro que tiene puesta una mano sobre mi rodilla, cosa que no había notado hasta entonces. Mi primer impulso es salir, pero tengo que pasar por delante de él, hacer que se levante para que me deje paso, y me da miedo. Lo cierto es que me quedo completamente paralizado. El me mira, y vuelve a mirar a la pantalla, como si no pasase nada, ero si mano sigue en mi rodilla, y comienza a recorrer mi muslo, lo que provoca que, contra mis deseos, sienta una gran excitación. Su mano recorre, sobre mi pantalón, la parte interior de mis muslos, provocándome una enorme erección, de la que se percata el joven que me está metiendo mano, cuando decide dar un paso más y colocar su mano sobre mi polla. A partir de ahí todo se precipita. Yo, que sigo completamente paralizado, noto como con suma habilidad me desabrocha el pantalón y me baja la cremallera. Su pierna se coloca bajo la mía, de forma que, aunque sigo sentado, tengo las piernas muy abiertas. Su mano se introduce bajo mi calzoncillo y agarra mi polla, cosa que me produce un grito inconsciente, a la vez que noto, y él también, como mi erección va en aumento.
A estas alturas, ya he decidido abandonarme a mi suerte y dejar que el desconocido que tengo al lado me manosee a placer. Lo mismo me acaricia la polla que me agarra los huevos, y yo, sin poderme contener comienzo a gemir. Ahhhhh, ahhhhhh, ahhhhhh, digo en pleno éxtasis, notando un placer completamente desconocido hasta entonces. Este joven pasa la otra mano por mi espalda y me abraza, apretándome en la butaca contra él. De repente comienza a desabrochar mi camisa, y aprovechando que mis caderas se mueven buscando el máximo placer por esas caricias, me baja pantalones y calzoncillo hasta los tobillos. Ohhhhhhhhh, digo, enloquecido de placer, con los ojos en blanco mientras que él sigue, ya sin ropa que se lo impida, con una mano tocándome los huevos y la polla, y con la otra, que ha pasado sobre mi hombro, pellizcándome los pezones. Esto es un placer nunca experimentado por mi, que me enloquece cada vez más sin que pueda dejar e gemir: Ahhhhh, ahhhhhh, siiiiii, siiiiiiii, sigue, sigue, me atrevo a decir completamente fuera de mi, con el cuerpo temblando y lleno de espasmos, con los ojos cerrados y con la boca abierta. Esto hace que se aproveche y aproximando sus labios a los míos me meta la lengua. Este contacto de su lengua con la mía me produce un enorme placer, por lo que no quiero abandonar el beso. La mano que me pellizcaba los pezones, me recorre el cuello, la garganta, baja y sube por mi torno, mientras yo, espatarrado en la butaca, con los pantalones y calzoncillos en los tobillos y mi camisa completamente abierta, gimo y gimo de placer dejando que este joven haga lo que quiera conmigo, sintiéndome próximo al orgasmo.
De repente la mano que me acariciaba la polla se cuela bajo mi asiento, entra en contacto con mi trasero y uno de sus dedos se introduce en mi culo sin que lo pueda impedir. Ahhhhhhgggggg, chillo notando que esa penetración, en un orificio que tenía completamente virgen, me causa dolor. Pero pronto este dolor se transforma en un enorme placer mientras noto que su dedo, en el interior de mi ano, me penetra más y más. Enloquecido y sin tener el dominio de mis movimientos, me agarro a su brazo, mientras n dejo de gemir y convulsionarme: ahhhhhhh,ahhhhhhh, ahhhhhh, sigueeeee, ahhhhhh, no paresssss, sigue, sigue, ahhhhhh, ahhhhhhhh…., y mis gritos y gemidos se confunden con los de la protagonista de la película, que está siendo follada por otro hombre y una mujer.
Me vuelve a besar,,una de sus manos me pellizca los pezones, tira de ellos, provocándome un enorme placer nunca conocido hasta entonces. Por fin, la otra mano saca el dedo de mi culo, y vuelve a agarrarme la polla, que como un mástil, esta muy tiesa y dura. Noto ue me viene el orgasmo, y aprovecho que me ha dejado momentáneamente de besar para decir: Me corroooo, me corrooooo, ahhhgggggg…. y agarrándome con fuerza a sus brazos, sufro una monumental corrida, la más abundante de mi vida, que le llena la mano de semen, a la vez que también se desparrama sobre mi vientre.
Cierro los ojos e intento recuperarme, aunque él no ha soltado la mano de mi polla. Espera, me dice, mientras sigue frotándola.
Por fin, me zafo de sus caricias, intento buscar en el bolsillo del pantalón caído hasta mis tobillos, un pañuelo y limpiarme. Es entonces cuando descubro que en la fila de atrás, otros dos hombres no nos han quitado ojo y han visto como me manoseaba, me metía mano y me masturbaba un joven completamente desconocido, que en la oscuridad de la sala, se levanta y se aleja, sin que yo, mientras me visto torpemente, pueda fijarme bien en su rostro.
Por fin, me abrocho el pantalón, la camisa y salgo de la sala, no sin observar que por el pasillo sigue un trasiego de gente y uno, que sin duda se ha percatado de lo que me ha sucedido, al pasar junto a él me da una palmadita en el culo.
Por supuesto que al llegar a mi casa me masturbo con ganas. Han pasado tres meses de aquello. Me he vuelto a masturbar muchas veces recordando como un joven al que no conocía de nada, me provocó el mayor orgasmo de mi vida. Y cada vez me entran más ganas de volver a ese cine, a ver si se repite lo ocurrido. ¿Qué debo hacer?