Mi tio y maestro

Han pasado ya unos años, sucedió cuando yo tenia 18 años
y ahora tengo 28, pero la recuerdo con mucho cariño, y ahora, después
de tanto tiempo, como una de las mejores experiencias de mi vida. Lo primero
de todo, para situarnos, es describir a los participantes, por mi parte
mido 180, soy rubio, con el pelo muy corto, peso 76 k. y dicen que no soy
del todo feo (cuestión de gustos, supongo), y mi tío mide
192, es muy moreno, con el pelo también muy corto, y debe rondar
los 88 k. de puro músculo, y lo sé porque vamos juntos a
entrenar al gimnasio. Y una vez presentados vamos con la historia:


Era verano, y mis padres, que viajan
mucho, habían salido hacia Alemania; como yo tenía que seguir
unas clases en un curso de verano al que me había apuntado, no pude
acompañarles, así que me quede en casa de mis tíos,
en la sierra de Madrid, en un chalet con piscina muy cerca del de mis padres.
Todos los días bajaba a los cursos en coche con mi tío, y
por la tarde me subía en el tren hasta su casa.

Un día llegué y me
encontré sólo a mi tío, me dijo que mi tía
había tenido que quedarse en Madrid para resolver unos asuntos de
abogados y que estaría un par de días. A mí, la verdad
es que no me importó mucho, tenía que estudiar, quedar con
mis amigos… en fin, la vida normal de alguien en vacaciones.

Esa noche, estando en el porche
de la casa, mi tío dijo que hacía muchísimo calor
y que iba a darse un baño en la piscina antes de irse a dormir;
me preguntó que si me apetecía y le dije que me parecía
una buena idea, pero que antes debía subir a ponerme el bañador,
porque no lo tenía puesto. Él me dijo que no hacía
falta, que como no estaba mi tía no lo necesitaba, y que éramos
los dos chicos, además de ser mi tío y conocerme desde que
nací. Esos argumentos, unidos a que en esa época, por el
colegio en el que estudiaba, era bastante pardillo en cuestiones de sexo,
acabó por convencerme.

Llegamos a la piscina, que estaba
en la parte baja del jardín, oculta de la vista de las demás
casas de la manzana, y mi tío se quitó el pantalón
de deporte quedándose con su bañador, y yo me quité
mi pijama quedándome en pelotas. No me importó lo más
mínimo porque ya me había visto desnudo en otras ocasiones.
Empezamos a nadar, y la verdad es que la sensación de estar desnudo
en el agua es una de las mejores, con la corriente que se forma entre las
piernas, y además, si es en una piscina, que puedes ver como se
mueve tu polla… es fantástico.

Al rato de estar nadando, mi tío
empezó a jugar conmigo, me hacía ahogadillas, me tiraba hacia
arriba, incluso una de las veces pude notar como su mano se deslizaba por
mi culo, pero no le di importancia y pensé que habría sido
por culpa de los juegos.

Decidió que ya no le apetecía
nadar más y se sentó en el bordillo a esperarme, ya que yo
seguía nadando. Pasé varias veces por su lado y note que
me seguía con la vista, así que en una de esas me paré
a su lado y me cogí de sus piernas. Él empezó a levantarme
con la fuerza de sus piernas fuera del agua, y cada vez me sacaba más
fuera, hasta que llegó un momento que cada vez que me levantaba
sacaba fuera del agua mi polla, esto le hacía mucha gracia, pero
a mí no, así que lo dejó. Fui hasta las escaleras
y me senté en el bordillo, cerca de él, su bañador
era de los pequeños, de competición, y como era blanco podía
ver lo que se suponía que debía ocultar, bueno, más
que ver se intuía, y no sé por qué, pero eso lo hacía
más excitante. Me sorprendí pensando estas cosas cuando nunca
antes me había dado por planteármelas, pero… eso es lo
que pensaba, lo excitante que estaba mi tío con un bañador
semi-transparente, y todo su cuerpo mojado (y caray, que cuerpo).

El caso es que todo esto había
hecho que mi polla, que de por sí no es precisamente pequeña,
empezase a crecer de forma alarmante para mí, porque estando tan
cerca de mi tío no podía levantarme sin que me notase la
media erección que tenía. Pero aun con todas estas precauciones,
al final acabó por notarlo y riéndose me preguntó
que si a mí, al contrario que a él, el agua fría me
la ponía gorda. No supe que contestarle y lo primero que me pasó
por la cabeza fue decirle que me lo había notado porque yo no llevaba
bañador y él si que lo tenía, a lo que sin dejar de
reírse me contestó que la solución a eso era bastante
sencilla, lo único que debía hacer era quitarle el bañador
y estaríamos igual. Al principio me sorprendió, pero como
veía que se estaba riendo, pensé que estaba de broma, así
que hice ademán de quitárselo y él, en vez de decirme
que no, levantó un poco el culo del bordillo como para ayudarme
en la tarea. Yo, por ver hasta donde llegaba, y con ganas de ver que era
lo que escondía en ese bañador blanco, le quité el
nudo y lo bajé un poco, lo suficiente como para dejar todo el vello
de su pubis y una pequeña parte de su polla a la vista.

Llegados a este punto le miré
a los ojos y él a mi no, me estaba mirando la polla, que la tenía
completamente empalmada. Me puso una mano en la pierna y yo las separé
para que él pudiera llegar hasta mis huevos, y eso fue lo que hizo.
Nunca antes, nadie que no fuera yo, me habían puesto la mano ahí,
y la corriente que sentí en todo el cuerpo debió notarse,
porque mi tío aprovechó para meterse mi polla en la boca,
y entonces, con un grito, me corrí dentro de su boca.

Me quedé tumbado en el césped
sin saber muy bien qué había pasado, pero no me dio mucho
tiempo, porque mi tío me preguntó que qué me había
parecido y entones me acordé que él tenía el bañador
a medio bajar. Me incorporé y le pregunté si ahora podía
yo ver su polla, él como respuesta se tumbó en el césped
y sonrió. Yo terminé de bajarle el bañador y me quedé
impresionado, aún sin estar en erección la polla de mi tío
es de museo, preciosa.

Me la quedé mirando y le
pregunté si no se le ponía tiesa; él me contestó
que hacía falta algo más que mirarla para que reaccionara
y que si la quería ver empalmada, debía por lo menos darle
unos besitos en el capullo. Yo cogí su polla, que estaba caliente,
y me la acerqué a los labios, la besé y me gustó la
sensación, así que abrí mi boca y me la metí.
La sensación de notar como crecía la polla dentro de mi boca
fue fantástica, pero me la saqué para ver como crecía
mientras decidí que los huevos también me gustaban, y mientras
le comía los huevos a mi tío, que no paraba de gemir, veía
como su polla crecía y crecía hasta llegar a los 21 cm (esto
lo medí luego), con un grosor considerable. Él se incorporó
y me preguntó que si me gustaba, como respuesta me la metí
en la boca todo lo que pude, y la estuve metiendo y sacando, agarrando
los huevos de mi tío con una mano y con la otra acariciando su culo,
hasta que con un gruñido noté en el paladar como salía
a presión la corrida de mi tío. Se sentó, me cogió
la cara y me dio un beso en la boca para que yo pudiera probar mi corrida
y él la suya.

Este fue la primera vez que estuvimos
juntos, pero después de esta ha habido otras que ya os iré
contando, y no sólo con él, mi padre también ha tenido
algo que ver en toda esta morbosa historia. Pero eso es otra cosa.

Por rocio

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