A mi madre se la follan en el pueblo

Hola, me llamo Mario, tengo 19 años y vivo con mis padres en Valladolid. Siempre me he considerado muy afortunado por la vida que tengo, al menos hasta hace un par de meses, cuando fui testigo de algo que cambió mi forma de ver las cosas radicalmente. Desde entonces, no logro conciliar el sueño por las noches sin que esas imágenes pasen una y otra vez por mi mente.

Empezaré por describir a mi familia. Mi padre se llama Joaquín, es un hombre normal, típico padre de familia que junto a su éxito profesional está criando una incipiente calva y una buena barriga cervecera. A sus 45 años es todo un ejemplo de hombre de negocios y de valores familiares por encima de todo. Mi madre Ana sin embargo, es una mujer cuya vida rutinaria no ha mermado ni un ápice de su atractivo. La bici y el aerobic que hace en el gimnasio desde hace años, ha mantenido su metro sesenta y siete en perfecta forma y su cuerpo indica 5 años menos de los 42 que tiene en realidad.

Mantiene un culo prieto, con carne donde agarrar, y a eso hay que añadir un hermoso rostro de pelo castaño (aunque varia según como se lo tiña), unos enormes ojos negros y unos labios carnosos y muy sensuales. Pero lo que más llama la atención son sus tetas. Tiene unas tetas increíbles (puedo decir ahora que las he visto), bastante grandes, que siguen llamando la atención al igual que lo harían hace 20 años y que igualmente siguen desafiando a la gravedad, manteniéndose firmes y redondas. Todo esto junto a su exquisito gusto a la hora de vestir y su plena dedicación a la vida familiar la han convertido a los ojos de todos nuestros conocidos en la madre y esposa perfecta. Pero para mi desgracia, todo lo que he presenciado este verano me ha hecho ver que también puede ser la zorra perfecta.

Todo comenzó a comienzos de junio cuando mi padre se empeño en reformar la casa en que se crió y que había heredado de mis abuelos en un pueblo pequeñito al lado de Cuéllar (Segovia). Mis abuelos se vinieron a vivir a Valladolid cuando mi padre era pequeño por lo que apenas habíamos ido antes por allí. Mis padres fueron a pedir varios presupuestos para hacer la obra y al final decidieron encargársela a Manuel, que resultó ser un amigo de su infancia. Había que hacer el tejado nuevo y alguna cosa más. A mediados de julio mi padre y mi madre cogieron las vacaciones, un mes completo, y decidieron que fuésemos allí a pasar el verano y ver cómo iban las obras…

Prácticamente estrenamos el coche nuevo para ir allí. Un Mercedes CLS negro impresionante, con el que a mi padre se le caía la baba y que mi madre apenas se atrevía a conducir por ser demasiado grande. Cuando llegamos encontramos a Manuel y a su hijo Sergio allí, trabajando. Al vernos aparecer bajaron del tejado y se acercaron a saludar. Sergio flipaba con el coche y no dejaba de preguntar a mi orgulloso padre por él, sobre los extras, el motor,…

Manuel es un tipo de la edad de mi padre, muy grande, fuerte y algo rudo. Sergio, su hijo, tiene algún año más que yo, unos 25 creo. Es un chaval con el pelo casi rapado y con una cresta, estilo Beckham, de rostro muy anguloso y moreno, y con un cuerpo atlético como el que siempre he querido tener yo. Es un auténtico maromo, que vuelve locas a las chicas con su espectacular musculatura, supongo que esculpida a golpe de andamio. Mide 1.85m, lleva una especie de brazalete tatuado en el bíceps y una serpiente en el cuello. Vamos, que es un poco macarra.

Pasó una semana de aburrimiento, en lo que lo único que hacía era estudiar en el jardín de la casa las asignaturas que había suspendido en la universidad, al tiempo que mi madre tomaba el sol y el gallito de Sergio lucía musculitos sin camiseta. No dejaba de fardar con mi padre del éxito que tenía con las pibas y le insistía una y otra vez en que le tenía que dejar probar nuestro coche nuevo, que con él no se le resistiría ninguna.

Pero ese jueves 24 de julio jamás lo olvidaré. Me sorprendí porque Sergio, que hasta entonces me había ignorado totalmente, me comentó que eran las fiestas de pueblo cercano, situado a unos 25km y que si me apetecía ir con él y sus dos amigos. No tenía muchas ganas pero con el aburrimiento que tenía encima, acepté y a buena hora. Me comentó de ir a partir de las doce y que volveríamos sobre las 5 o las 6 de la mañana. Mi padre me dijo no, que tenía que estudiar y que no iba. Mi madre, más benévola, respondió que fuese, que sobre las 3 se acercaría ella a buscarme. Quedamos en eso. Las fiestas resultaron ser un auténtico rollo en el que la única diversión era beber y yo, con mi falta de costumbre, me agarré un pedo de campeonato.

Por si fuera poco los amigos de Sergio, que eran aún más macarras que él, me convencieron para que me fumase un porro y la combinación fue trágica. Cuando llegó mi madre a las 3 me encontró hecho unos zorros. Si me mantenía en pie era gracias a que me sujetaba en la barra del bar que habían montado en la plaza del pueblo. Todo me daba vueltas y mi mente parecía que se conectaba y desconectaba por momentos, ya que no era capaz de escuchar conversaciones enteras. Me pareció ver que mi madre recriminaba a Sergio, un poco apartados ambos, haberme dejado llegar a ese estado, pero no me enteraba mucho… Al poco creía estar oyendo a sus amigos hacer comentarios sobre mi madre:

– Joder con las tetas de la titi esta… Tiene razón Sergio con lo de que la madre de éste tiene un polvazo – decía uno sin apartar los ojos de los pechos de mamá – Ya te digo, vaya melones. Verás como este cabrón aprovecha en cuanto pueda y consigue abrirla de patas, jajaja – Joder, seguro. La pava esta no sabe la follada que la espera.

Pude ver que mi madre y Sergio se acercaban mientras los dos chavales miraban y se reían de los comentarios que hacían cada uno sobre la anatomía de mi madre. Ella o no lo oyó o decidió hacer oídos sordos. Entonces uno de ellos se puso a su lado:

– Hola, ¿qué tal? Soy Víctor. ¿Te puedo invitar a algo? – Le preguntó – ¡Ah! Hola, yo soy Ana. No, no tomo nada – ¿Ah, no? ¿Y para qué has venido? – A por mi hijo, soy la madre de Mario.

El otro se puso al otro lado de mi madre apartándome de un empujón, que si no es por Sergio que me sujetó, me hubiese llevado directamente al suelo:

– Hola yo soy Carlos, ¿bailas? – Le preguntó – No gracias, ya nos vamos – Contestó mi madre con la mejor de sus sonrisas – Esperaos un poco, que es pronto. – dijo Carlos pasando su brazo alrededor de los hombros de mi madre – Nos podemos divertir. No te quejarás, que además estamos buenos que te cagas, ¿o no? – añadió Víctor, mientras Sergio se partía de risa.

Yo intentaba no perder detalle de lo que ocurría entre esos dos listillos y mi madre. Los chavales tenían buena planta y eran guapetes de cara además de simpáticos, pero bastante macaras y no me fiaba un pelo de ellos.

– Vaya peligro que tenéis. Ayudadme entre todos a llevar a Mario al coche -respondió mi madre.

Cuando llegamos al coche alucinaron con él. No me extraña, porque esos dos nos habían llevado a Sergio y a mí en una Citroën Berlingo, sin asientos atrás y con un colchón en el piso. No paraban de hablar del coche. Mi madre comentaba que vaya situación, conmigo así, a esas horas y por esa carretera comarcal… que tenía que haber convencido a Joaquín, mi padre, para que hubiese venido él a buscarme. Esos dos decían que no se preocupase que estaban allí “pa lo que hiciera falta”, que si quería nos acompañaban al pueblo. Sergio riendo les dijo que no hacía falta, que volviesen en su coche cuando quisieran, que ya se ocupaba de “todo” él. Entre Sergio y Víctor me subieron al asiento de atrás, en su lado izquierdo, tras el conductor.

Según lo hacían oí a Víctor preguntarle con todo descaro que si pensaba follársela. Sergio le contestó que estuviese tranquilo, que se lo contaría todo. Después mi madre se inclinó para abrocharme el cinturón y según lo hacía le oía decir que parasen quietos, que si no les daba vergüenza… Decidió darle las llaves a Sergio y dejarle conducir. Ni que decir tiene que ese cabrón aceptó encantado. Se montó mi madre delante y después Sergio, que bajando la ventanilla se despidió de sus amigos. Estos sonriendo le decían que aprovechase, que vaya suerte que tenía, que quien le iba a decir que esa noche por fin lo iba a “probar” bien… Sergio sin parar de reírse les contestó que se apartasen y le dejasen arrancar, que estaba impaciente por “probarlo”…

Todo me daba vueltas y apenas podía mantener los ojos abiertos. Mi madre preocupada se volvía y me preguntaba que cómo me encontraba. No podía ni contestar y ella insistió en que intentará dormirme. Cerré los ojos… Apenas podía escucharles pero algo llegó con claridad a mis oídos:

– ¡Vaya buga! – decía Sergio- No sé qué me gusta más, si el coche o las tetas de la dueña…

Entreabrí los ojos y vi a mi madre mirarle durante un segundo con cara de sorpresa para luego romper en una carcajada.

– Jajaja, ¿pero como eres así? – dijo mamá dándole una palmada en el muslo. – Tú ten cuidado, que casi me tocas algo más que la pierna…jajaja.

Pasó algo de tiempo y, aunque no podía seguir toda la conversación debido a mi estado, nada me volvió a mosquear. De vez en cuando abría uno de mis ojos para intentar ver lo que pasaba. Nada me llamaba la atención hasta que, en una de ellas, vi como Sergio ponía “inocentemente” su mano en el muslo de mamá. Al parecer, quería que ella se girase para comentarle algo, pero desde ese momento no volvió a levantar la mano de la pierna de mamá. Ella no hacía nada que pareciese indicar que le molestaba. Probablemente se sentía halagada porque ese chico, de poca más edad que su hijo, trataba de flirtear con ella y por eso le permitía cierto contacto físico. Porque tal y como ponía su manaza sobre las piernas de mi madre, era imposible que ella no lo notase.

Empecé a flipar, no sabía si oía bien, pero me parecía que la conversación entre los dos iba tornándose cada vez más subida de tono, con Sergio tratando de sacar detalles de su vida sexual a mi madre a cambio de contarle toda tipo de detalles de sus encuentros con otras chicas de su edad. Yo empezaba a estar mosqueado al ver a mi madre tan cómoda con esa mano tratando de sobarla disimuladamente todo el rato. La mano de Carlos llevaba ya en su muslo casi 10 minutos y cada segundo parecía subir un poco más y por fin, para mi alivio, mi madre notó que esa mano ya había subido demasiado. Casi le estaba rozando la ingle cuando le apartó la mano, pero sin brusquedad y le dijo riéndose:

– ¡Pero bueno! Jaja, ¿a dónde vas con esa mano? –le preguntó mamá sin enfadarse, más bien riéndose como si le hiciera gracia aquel joven tratando de meterla mano. – ¿A caso te gustaría que te tocase yo tan arriba en el muslo? – Diciendo esto, puso su mano en el muslo de Sergio, aunque bastante más abajo de donde él había llegado a tocarla, pero algo encontró allí que le hizo ahogar un “oh, dios mío” y apartar la mano enseguida. – Te lo dije Ana. Ya te lo avisé antes. – Y te aseguro que con el tamaño de mi verga no bromeo.

Mi madre le miraba, como entre confundida y avergonzada, mientras él se reía y le decía:

– Venga mujer, no te asustes. – No…yo…es que… – mi madre intentaba decir algo pero se la veía demasiado nerviosa, y ni siquiera se atrevía a girarse hacia él. – Has tocado algo demasiado grande que te ha asustado, ¿verdad? – le susurró el otro mientras le comenzaba a acariciar el brazo. Mi madre dio un respingo, y se le puso la cara roja. – No pasa nada, mujer. Tú tienes unas tetas enormes que me gustaría tocar, y yo tengo una polla enorme que probablemente tú estas deseando volver a tocar. – dijo Sergio volviendo a poner su mano sobre el muslo de mamá.

Afortunadamente mi madre le volvió a apartar la mano. Pude ver que además de confusa, estaba bastante excitada, cosa que me molestó bastante, pues no me hacía gracia verla cachonda, aunque fuese un poco, por tocar un nabo de alguien que no fuera mi padre, y en especial si era de un chaval de casi mi edad. Yo iba a decir algo cuando escuché algo que me dejó helado:

– Dime Anita, ¿no te gustaría tocar un buen pedazo de carne como el que has tocado antes? Estoy muy bien dotado y ahora mismo estoy muy cachondo gracias a ti.

Sergio había cambiado completamente de tono al hablar a mi madre, de bromista a un tipo confiado que estaba seduciendo a una mujer casada y madre de un hijo que estaba allí mismo

– Venga… sé que quieres tocármela, lo estás deseando y yo también. Quiero que la notes bajo mi pantalón.

Abrí los ojos al instante y se me quedó cara de tonto al ver como él había cogido la mano de mi madre y la estaba acercando a su entrepierna. Mi madre se resistía o eso me parecía, pero él no tardó en conseguir su objetivo. Cuando tuvo la mano de mi madre en total contacto con su paquete, ella se quedó con la boca abierta, como si se le hubiera cortado la respiración. Yo debía estar soñando, fruto de las copas y del porro que me habían dado. No podía creer que fuese cierto lo que veía y oía:

– Dime Anita… ¿qué te parece ahora? – preguntó Sergio mientras llevaba la mano de mamá arriba y abajo por su entrepierna. Mamá no decía nada y sólo vi que tragaba saliva. – ¿Es grande o no? ¿Eh? jeje – dijo Sergio. – Sí…., sí que es grande….es…enorme…sí… – consiguió responder mi madre.

Apenas me atrevía a mirar. Era humillante. Durante unos minutos ninguno de los dos dijo nada. Él se limitaba a guiar la mano de mi madre a través de su paquete, supongo que complacido, y mi madre sólo miraba al frente sin saber qué hacer con semejante bulto entre sus manos. Al cabo de un rato volví a mirar y vi que Sergio soltaba su mano, pero mi madre a pesar de ser libre de dejar de tocarle, siguió con el mismo movimiento que había estado siguiendo junto a la mano de él. Era evidente que estaba perdiendo el control sobre ella misma por momentos y él veía que mi madre ya cooperaba.

No sé si me dormía o tenía lapsos en los que perdía la consciencia pero ya sólo de vez en cuando era capaz de abrir los ojos y de poder escuchar o imaginar parte de lo que hablaban. Me sentía cada vez peor. Tenía un mareo increíble y todo me daba vueltas y para colmo la forma de conducir del macarra de Sergio me estaba matando. Como siguiera tomando las curvas así iba a echar la pota en los asientos del coche nuevo. Cerré de nuevo los ojos esperando que todo pasara. No sé cuanto pasó pero cuando volví a mi estado de semiinconsciencia noté que el coche se paraba. Me alegré de haber llegado a casa, estaba realmente mal.

Tenía apoyada la cabeza sobre el cristal de la ventanilla y cuando abrí los ojos me extrañó la penumbra que había fuera. Medio escuché a mi madre preguntarle que porqué paraba ahí. Al mirar de nuevo pude darme cuenta que estábamos junto al frontón que está a las afueras de nuestro pueblo. No entendía nada. Apenas podía oírles pero me sorprendió escuchar:

– Bueno, bueno… veo que te está gustando tocarme el paquete y a mí me está apeteciendo sobarte un poco esas tetas. Es justo, ¿no?. Anda sé buena y pórtate bien conmigo… Me conformo con que me las enseñes. Llevo una semana sin dejar de pensar en ellas… y ya has visto cómo me empalmas.

Cuando abrí de nuevo los ojos vi a Sergio intentando morrear a mi madre pero ella apartó la cara. Cerré de nuevo los ojos pero su voz me llegaba cada vez con más claridad:

– Pero, ¡qué coño…! Venga no seas puta. ¿Tú tocándome la polla y ni siquiera me dejas besarte? Déjame sólo probarlas, joder… Sólo te las quiero tocar un poco, y enseguida nos vamos. Y podrás seguir tocándome el bulto hasta que lleguemos… Venga Anita, que me muero por sobarte esas tetazas. Y seguro que tú también te mueres de ganas de un buen magreo…. ¿No te gustaría que te tocase las tetas, te las estrujase, te las chupase, que te succionase esos pezones deliciosos que debes tener…? Venga, sólo tocaré un poco…nadie lo va a saber. Y no te preocupes por este, que no se entera de nada…No ves que está durmiendo la mona…Podríamos hacer de todo y ni siquiera se enteraría. Va pedo total, tú relájate…

Estaba flipando. Me podía creer que ese pedazo cabrón intentase enrollarse con mi madre, pero que ella hubiera dado pie a la situación me resultaba increíble. Entreabrí de nuevo los ojos y al ver lo que ocurría, casi se me para el corazón. Pude ver a Sergio besando con auténtica lascivia a mi madre y le agarraba y sobaba las tetas a conciencia. No podía creerlo. Estaba a punto de ver a mi madre traspasar la línea del tonteo para llegar al adulterio, y lo estaba haciendo a un metro escaso de mí, con un capullo casi de mi edad y en el coche nuevo del que papá estaba tan orgulloso. Sergio metió su mano en la entrepierna de mamá, provocándola un suspiro que interrumpió el intenso morreo que la estaba dando, momento que aprovechó él para comenzar a desabrochar la blusa a mi madre.

Cuando volví a abrir los ojos aluciné. Le había bajado las copas del sujetador y la tenía con las tetas al aire. Comenzó a chupar uno de sus pezones, provocando un espasmo de placer en mi madre. Cuando volví a mirar ya tenía el sujetador en una de sus manos. Tras tirarlo a mi asiento, la agarró de la barbilla y la hizo abrir la boca para dar entrada a su lengua y comenzó a embadurnar los morros de mi madre de saliva. Cuando sacó su enorme lengua de la boca de mamá, ella puso sus manos sobre su cabeza, rindiéndose ante él y ofreciéndole sus increíbles tetas. Inmediatamente se lanzó sobre sus pechos, cogiendo cada uno de aquellos melones y saboreando cada centímetro de teta que tenían entre sus manos. Mamá bajó las manos para acariciar la cabeza de aquel capullo que estaba dejando sus tetas brillantes de saliva. Cuando tuvo las tetas bien húmedas, agarró suavemente del pelo a ese cabrón consiguiendo separar los labios de él de sus pezones. Me quedé helado al oír lo que le decía mamá llena de excitación y sonriendo de placer:

– ¡Aaahhh, siiii…! Nunca me han comido las tetas así… Hummm… Creo que me van a reventar los pezones. – ¡Jajaja, ya te digo si están duros tus pezones! ¡Vaya tetas! Mira que me las había imaginado, pero si llego a saber que tienes unas peras así, te las como en tu casa el primer día delante de todos! ¡Vaya melones que te gastas! Parecen de una veinteañera de lo firmes que están, jajaja. No he catado unos así en mucho tiempo. ¿Qué talla usas? Porque estas no se ven todos los días – le oí decir al muy capullo.

Una 110, respondió mamá, que reía con los comentarios que hacía de sus tetas, mientras le acariciaba la cabeza y él seguía lamiendo y lamiendo sus melones. Cerré los ojos pensando que todo acabaría ahí, pero mucho me equivocaba, porque al poco oí el ruido de una cremallera y escuché de nuevo:

– ¡Oh, siií! Tócala bien, que tiene que crecer mucho más… Sigue palpando así y vas a ver una auténtica XXL.

Miré al instante y me quedé atónito al ver que mi madre tenía extendido el brazo hacia él. No podía ver más, pero por el movimiento de arriba abajo que apreciaba, estaba masturbando a aquel desgraciado. ¡Qué coño, le estaba haciendo una paja monumental! Y la cara que estaba poniendo mi madre era de un alucine de cojones. Como la que puse yo cuando le oí decir:

– Si quieres también la puedes probar…seguro que te mueres por saber cómo sabe

Respiré aliviado al ver la reacción instantánea de mi madre. Le decía que estaba loco, que esto había llegado demasiado lejos y que ya había dejado de ser una broma. Que ella era una mujer casada y que esto era una tontería, que se había terminado. Me parecía increíble todo lo que acababa de ver pero respiré al ver que mi madre empezaba a mostrar un poco dignidad. Pero él insistió:

– Venga Ana, lo estás deseando y no puedes decirme que no. Cómete mi polla, siéntela en tu boca, te encantará como sabe… y no te preocupes por tu hijo. Está dormido y a tu marido nadie le podrá decir nada. Sé libre y disfruta de mi polla. Seguro que nunca has probado una así, tú chupa y verás como disfrutas.

Estaba a punto de pararlo todo, pero antes de poder hacerlo mama se inclinó sobre la polla de Sergio y supuse que se la metió en la boca y que comenzó a saborearla, porque enseguida comenzó un movimiento con la cabeza que hizo suspirar a Sergio de placer y decir:

– Ohhhhh siiii, Anitaaa… Madre mía como la chupas… Joder con la mujercita casada… – Glup, glup….slurp….glup..- se oía a mi madre chupar con deleite.

Tras un rato de mamársela a Sergio, por fin se la sacó de la boca para tomar aire, pero apenas tuvo tiempo ya que el bruto de él la agarró de la cabeza y le metió la polla en la boca sin darle tiempo ni a coger un suspiro.

– ¡Ven aquí, guarrilla! Y sigue chupando. ¡Que la tienes a tu entera disposición, jaja! Verás, te voy a enseñar a mamar bien este pedazo de carne que te ofrezco. – ¡Uhhnnmmgg!¡Glug!¡Ugh!¡Uhhmmmgg! – trataba de gritar mamá protestando por la brusquedad de él, que movía la cabeza de mamá como si se estuviera haciendo una paja a dos manos y ella intentaba mamar como podía, pero apenas conseguía respirar y tragar saliva.

Cuando parecía que por fin cogía el ritmo, Sergio le agarró de la nuca y obligándola a abrir la boca todo lo posible, empezó a meterle toda su polla en la boca, tratando de que se la tragara entera, provocándole arcadas a mi madre. Lo sé porque al tiempo que guiaba la cabeza de mi madre le decía:

– Venga Anita, tú puedes…jajaja…vaya golosa que estás hecha, así, hasta el fondo…quiero notar tu garganta… ¡eso es! ¡Buena chica, hasta el fondo, jajaja! – ¡Glaggghh! ¡Wuegg…! – mi madre estaba a punto de vomitar

Cuando el macarra ese por fin estuvo satisfecho, dejó a mi madre sacar su nabo de la boca lo más rápido que pudo e intentó coger aire.

– ¡Joder…casi me ahogo! Menuda cacho de polla…¿no ves que es imposible que me la trague entera, so bruto? –le dijo a Sergio mamá.

Pero el cabrón de Sergio la cogió de la barbilla y levantándola hacia el asiento de ella le agarró con brusquedad de las tetas con ambas manos, mientras le volvía a clavar un beso lleno de babas en la boca de mi hasta entonces querida madre.

– ¡Deja de quejarte tanto, cerda, y ven que voy a saborear esa boquita de puta que tienes!

Se acercó a ella y la besó en la boca de nuevo, y mi madre devolvió el beso con sensualidad. Sergio debió aprovechar ese momento para accionar uno de los botones del asiento eléctrico en el que estaba mi madre porque al tiempo que la morreaba comenzó a tumbarse hacia atrás. Ahora tenía a mi madre a escaso medio metro y podía verle a él meterle la lengua todo lo dentro que podía, mientras con sus manos sobaba todo el cuerpo de mi madre con unas ansias increíbles. Pronto una de ellas desapareció entre los muslos de ella y no tardó mucho en arrancar un profundo gemido de placer a mi madre, que se quedó mirando con cara seria a Sergio, sin decir una palabra, mientras este sacaba sus dedos de entre las bragas de mi madre y se los llevaba a la boca. Yo podía notar como temblaba ella, no sé si de miedo o excitación. Él tras chuparse los dedos le dijo:

– Bien, veo que estás bien mojadita, jaja. Estás lista para que te haga sentir en la gloria… Déjame quitarte esto para que todo sea más fácil…

Dijo el muy cabrón al tiempo que subía la ya elevada falda de mi madre hasta sus caderas y comenzaba a tirar de sus braguitas negras hacia abajo, deslizándolas hasta los tobillos y sacándoselas con cuidado de no engancharlas con los tacones de aguja que llevaba. Tras olerlas las tiró hacia mi asiento y casi me da con ellas en la cara. En apenas unos segundos se despojó de su camiseta y del resto de su ropa y antes de que pudiese darme cuenta comenzaba a pasar del asiento del conductor al de al lado, poniéndose sobre mi madre. Comenzó a besarle el cuello y a lamerlo. Después, el hijo de puta me miró fijamente a los ojos y dándose cuenta de que estaba lo suficientemente consciente como para darme cuenta de lo que estaba ocurriendo le susurró al oído a mi madre que estuviese tranquila y que se relajase, que yo dormía y que no me iba a enterar de nada de lo que estaba a punto de pasar. Que iba a disfrutar como nunca y que estaba a punto de descubrir lo que era una buena follada.

Quería hacer algo para impedirlo pero me encontraba en un estado de semiinconsciencia que no me dejaba moverme ni articular palabra, pero en cambio me permitía estar lo suficientemente lúcido como para darme cuenta de lo que allí ocurría. El cabronazo se echó hacia atrás, casi recostándose sobre el salpicadero, dejándome ver orgulloso y por primera vez en toda la noche su pedazo de polla. Parecía querer mostrarme con lo que estaba dispuesto a taladrar a mi madre y lo que vi me dejó consternado. Era un pollón enorme, probablemente más del doble que la mía en longitud y sobre todo en grosor. Mi madre le miraba extasiada. Se la veía decidida a dejarse llevar y disfrutar de ese momento, a sentirse deseada por un chico que podría ser su hijo… Volví a mirarle a él que sonriendo burlonamente dijo:

– Deja que coja un condón del pantalón, no te vaya a preñar… – Sí, tomo la píldora pero cógelo. No me lo perdonaría nunca si pasase algo.. – Mmmmm, ¿te cuidas?. Entonces mejor la follada a pelo, que te va a gustar mucho más. Una polla en condiciones como la mía la tienes que sentir bien, sin gomas ni nada. Ya verás como aúllas de placer cuando me sientas descargar dentro. Voy hasta arriba de leche y te voy a inundar el coñito… – dijo al tiempo que mirándome se ponía sobre mi madre y llevaba con sus fuertes manos las piernas de ella a ambos lados de su cintura. – Prepárate para gozar nena… me muero por probar tu chochito y reventártelo bien…

Ya no había vuelta a atrás, sabía que ese pedazo de hijo de puta estaba a punto de tirarse a mi madre, la iba a penetrar con ese pedazo de polla que daba pavor verla y por si fuera poco, pensaba correrse dentro de ella el muy cabrón. No podía creer lo que estaba pasando, veía a mi madre ahí, a las afueras del pueblo, en el coche de mi padre, tumbada en uno de los asientos, llevando únicamente su falda recogida en la cintura y sus zapatos negros de tacón de aguja. abierta de patas y con un macarra hiperdotado encima de ella, a punto de taladrarla salvajemente…Parecía una auténtica actriz porno a punto de protagonizar una escena de alto voltaje. Las palabras de Sergio me devolvieron de nuevo a la cruda realidad, comenzaba a hablarle de nuevo al oído:

– ¡Vas a ser mi guarrilla!, ¿qué quieres que haga con esto? – ¡Fóllame por favor!, ¡fóllame!… – No reconocía a mí madre diciendo eso y me di cuenta de que estaba haciendo con ella lo que quería. – ¡Eso pensaba hacer! ¿Preparada para sentir una auténtica XXL dentro? – Decía al tiempo que me miraba y cogía con una mano a mi madre de la cadera y con la otra guiaba su polla hasta su chocho y empezaba a presionar.

¡Gmmmm! – consiguió articular mi madre al notar como su polla pugnaba para abrirse paso, cómo lentamente trataba de introducir su punta, cómo trataba de traspasar la entrada de su vagina haciéndole un poco de daño. Parecía que no quería acabar de entrar pero de improviso, la punta la atravesó de golpe.

– ¡Gmmmm! – protestó, pues le ha dolido un poco. – ¡Pssssshh, calla!, relájate que ya está dentro y ahora empieza lo bueno. Vas a gozar como no lo has hecho hasta ahora, ¡nunca me había follado a una casada con un coñito así de estrecho! Joaquín te da poca caña en casa, ¿eh? Parece que esté sin usar…

Qué pedazo de cabrón, tirándose a mi madre y encima mofándose de mi padre. Me parecía increíble lo que estaba presenciando. Ese hijo de puta me miraba fijamente mientras hacía que el conejo de mi madre se fuera adaptando al grosor de su miembro, y no dejaba de luchar por entrar en ella. La presión que ejercía parecía que comenzaba a transformarse en una sensación verdaderamente placentera para mamá. Sergio comenzaba un lento vaivén en su interior y yo veía como poco a poco introducía más y más su polla en mi madre… Agarrándose fuertemente del asiento comenzaba a mover la polla adelante y atrás. No podía creer que el sexo de mi madre hubiera sido capaz de albergar a ese monstruo. Debía sentirse llena por completo, probablemente como nunca antes. No lo podía creer pero mi madre comenzaba a gemir…

– Joder, como sabía que te iba a gustar. ¿Disfrutas, eh?. Tienes un conejo increíble, voy a tener que follármelo más veces si quieres dejar de tenerlo así de apretadito. Parece mentira que habiendo parido sigas así de estrecha, Anita. Es increíble. He desvirgado a más de una del pueblo que no lo tenía así de rico, créeme. – ¡Aaaaahhhhhh! Siempre he sido así. Ni en el parto logré dilatar y terminaron haciéndome la cesárea – Acertó a decir mi madre entre gemidos. – Joder nena, eres única. Casada, madre, y con el coñito de una cría. ¡Qué conejo! Tú lo que necesitas es un entrenamiento constante a base de grandes pollas y verás si dilatas bien. Yo me puedo encargar personalmente de montarte a diario si quieres. Y para asegurarme te haría una buena barriga, ya verás como ahora sí serías capaz de parir. Se nota que aquí han entrado pocas pollas, ¿eh? – Le dijo el muy cabrón mirándome y sonriendo…

– Hasta hoy sólo dos. ¡Me corro, paraaaa….! – No podía creer lo que oía, ¿dos?. Siempre supuse que mi madre habría estado únicamente con mi padre… – Si nena, disfruta de tu tercera. Así que dos, ¿eh?. Pero no serían como la mía, ¿verdad?. Sigue corriéndote y disfruta, putita… – Ni por asomo, aaahhh. Con la de Joaquín apenas siento nada… Con el otro sí, la tiene más grande pero no como la tuya… que placer…

– ¡Uffff, puta guarra…! ¡Vaya coñito más caliente y estrecho que tienes, joder…!¡Y vaya tetas! ¡Te voy a arrancar los pezones! – gritaba Sergio extasiado, mientras le succionaba los pezones con tal pasión que parecía que se los iba a arrancar de verdad. – Nunca he sentido algo igual, me corro de nuevo… – dijo mi madre. – Tú disfruta, que la tengo prácticamente toda dentro, princesa. Sólo falta un poco más. Eres una yegua de primera. Disfruta de tu potrillo y de su gran miembro. Te has adaptado enseguida a todo un semental. Goza con ella, sigue corriéndote… Te voy a convertir en mi nueva putita. Cada vez que vengas te voy a montar bien duro…

– Para, no puedo más…te lo suplico. – a él eso le calentaba más y subía el ritmo. Entre gemidos le recordaba a mi madre lo guarra y lo zorra que era, que era una “calentorra” como todas, y que le perdían las maduras por lo guarras que eran follando… – Oohh, siiii. ¡Fóllame más! – Respondió mi madre dejándose llevar

Mi madre encadenó ese orgasmo con otro aún más intenso. No podía dejar de correrse al tiempo que seguía oyendo las palabras que Sergio le decía al oído y que parecían ponerla tan y tan cachonda…Parecía una auténtica gata en celo para mi desgracia y yo no dejaba de alucinar con lo de ese amante que debía haber tenido. ¿Quién sería ese otro hijo de puta que se la había follado? De repente y en plena follada, Sergio dio una estocada mucho más enérgica y profunda y el gemido que dio mi madre me asustó. Él le tapó la boca con una de sus manos:

– ¡Oohh, nena! Has podido con toda…¡Pssssshh, calla y no le despiertes y disfruta! Tienes mis 23cm completamente dentro. Es el coño más cojonudo que he probado en mi vida. Tan estrecho y tan tragón al tiempo. Oh siií, que gustazo me está dando metértela entera. Hacía tiempo que no la clavaba tanto, créeme. No todas se dejan. Disfruta de ella y sigue corriéndote… que ahora sí que tienes el coño bien abierto y listo para gozar… – Aaahhh, la siento en el cuello del útero….- Lo sé, pero ¿a que te gusta? Esto lo aprendí con una madurita como tú. Tú tranquila y disfruta con mi pollaza sin preocuparte por nada, ni por tu marido ni por tu hijo, que no se entera de nada.

Sergio le decía que pensara sólo en su coño y en ella, mirándome a mí fijamente a los ojos. Que lo que tenía que hacer es gozar, que una jamona como ella había nacido para ser montada y que supo que estaba necesitada en cuanto la vio. Le preguntaba el muy arrogante si había gozado alguna vez tanto, que lo menos se había corrido ya tres veces…Ella le decía que en su vida había sentido nada igual, que con mi padre pocas veces llegaba al orgasmo y que normalmente tenía que acabar ella sola. Oía todo esto entre gemidos y jadeos que me estaban volviendo loco. El muy cabrón le decía que cómo con un cuerpo como el suyo no salía a buscar más a menudo guerra fuera de casa, que iba a encontrar un montón de candidatos dispuestos a montarla.

Parecía que quería hacer de mi madre una puta. Le comentaba en plena embestida que tenía un cuerpo y un coño hechos para dar y recibir placer y que no debía preocuparse por Joaquín, mi padre, que aunque se lo notase a partir de ahora mucho más abierto, seguro que no le decía nada. Que las casadas del pueblo a las que se tira se lo comentan, que cuando se las follan ahora en casa los maridos se extrañaban de lo dado de sí que lo tienen, pero que no les dicen nada por no afrontar la cornamenta o las posibles consecuencias…

Decía que a una de Zaragoza que baja a veranear le hizo un crío hace dos veranos y que no viera cómo le sigue llamando pidiéndole más y más polla cada vez que baja al pueblo. Y que el marido ahí como si nada… Menudo pedazo de cabrón que estaba hecho. Debía ser el semental del pueblo dispuesto las 24h a montar a todo aquello que llevase faldas… Salí de la nube en la que estaba envuelto, abrí de nuevo los ojos y vi que seguía dándole bien duro sin apartar su mirada de mí. Volví a oír sus palabras con claridad:

– Joder, y yo que pensaba que no iba a conseguir que te me abrieras de patas, pero a merecido la pena esperar. Follarte aquí me está dando un morbazo que te cagas, tía. Qué gustazo darte así de duro junto a tu hijo. Y es una pena que él no se esté enterando de nada… Me gustaría que te viese así, espatarrada y con mi estaca dentro y que viese como le hacía a su madre una buena barriga… ¿No ha querido nunca Joaquín tener más críos? Dime que siiií… Te quiero preñar este verano. Déjame que le haga un hermanito a tu hijo… – decía el muy cabrón sonriendo y mirándome. – Estás loco, no puedo másss…

– Ni yo tampoco ¡Quería reventarte bien el coño en el primer polvo, pero no voy a poder aguantar mucho más! ¡Te voy a llenar entera! ¡Que polvazo que tienes cabrona! Ha sido todo un desvirgue el que te he hecho, ¿eh? – Gritaba clavándole la polla salvajemente. – No, por favor. Dentro no, paraaa… – Ya es tarde cariño, prepara el coño que estoy hasta arriba de leche. Ojalá fallen las pastillas esas y le damos un hermanito a tu hijo… Aaaahhh, qué gustazo me va a dar correrme en ti…- No, por favoorr… – Ya me viene y verás como te gusta. Ahhhh!, ¡toma!, ¡toma!, ¡toma! – Gritaba clavando su mirada en mí

Sergio aumentó la fuerza de sus embestidas y pude ver como su espalda se arqueaba hacia atrás y los músculos de sus nalgas se tensaban. Estaba empezando a depositar toda su leche hirviendo en el coño de mi madre al tiempo que daba un bufido como el de un toro. Debían ser unos intensos, calientes e interminables chorros porque mi madre comenzó a correrse una vez tras otra descontroladamente. Debía sentir cada uno de ellos, dos, tres, cuatro chorros…..y así hasta ocho (por lo que oí al cabrón de Sergio al día siguiente) y a cada cual más intenso, al tiempo que sentía esa majestuosa polla palpitar una vez y otra en su hambriento chocho.

– Aaaahhh…. noto tu semen….te estás corriendo en mí….Aaaahhhh…- Sí cariño, ahhhhhhh, y no veas que corrida, ahhhhhhhhhhhh…- Me estás llenando por completo, siento tu leche hirviendo… me corrooooo. – Aaaahhhhhh, cómo te gusta, ¿eh? Ahhhhhhh, toma lefa, toma másssss,- Siiiiiiiiií, me gustaaaa, aaahhhhhhhhhhhhhhh. – Ahhh, jamás me he corrido tanto. Me estás sacando hasta la última gota tigresa, ahhhh. Tenía que verte Joaquín aullar así y lo que está tragando tu coño, a ver si aprende a follarte en condiciones. ¿Imaginas su cara al verte así, aquí conmigo en plena monta?
– Ohhhhh, la leche que me estás echando dentro…

– Siií, tómala toda… directamente al útero, a ver si te preño….Te hacía falta, cariño. Las tías con conejos como el tuyo necesitan que las follen bien, en su casa o fuera de ella. A tí habría que llenarte el coño de leche varias veces al día para dejarte satisfecha…aaahhhh. Quiero que seas mi putita… ¡Aaahhhh! Dime que me dejarás follarte bien duro y llenarte entera de leche cada vez que quiera….dime que que lo harás… Aaaahhhh. – No sé…. me moriría si Joaquín o Mario se enterasen de esto… – Tú tranquila que no tienen que saber nada. Tu marido confía en mí y ya ves que follada con tu hijo delante y ahí está sin coscarse de nada…

Tras acabar de correrse en ella dejó caer su cuerpo sobre mi madre. Ella seguía con las piernas alrededor de sus caderas y con la polla de Sergio en su interior. Las manos de él buscaban sus pechos, jugaban con sus pezones, pellizcándolos y tirando de ellos, y su boca buscaba la de mi madre. La besaba con auténtica lascivia. Después comenzó a besar su cuello, a lamerlo, para enseguida bajar y volver a succionar sus todavía erguidos pezones. Hasta hoy yo sólo había visto unas tetas como las de mi madre en la tele y ahí estaba el muy capullo disfrutando aún de ellas. Las chupaba y mordisqueaba diciendo que eran fantásticas pero que las quería probar llenas de leche, que así deberían de ser la hostia. Qué cabrón, la sola idea de que preñase a mi madre me volvía loco. Comenzó a susurrarle al oído…

– ¡Oh, nena! ¡Eres fantástica! Eres de esas pocas tías que se vuelven locas de placer al sentir que se están vaciando en ellas… Joder que manera de correrte según te estaba llenando el chochito, ¿eh? Con los espasmos que dabas me has exprimido la polla como ninguna antes. ¡Dios, lo que vamos a disfrutar tú y yo! Dime que te gusta sentir el calor de la leche dentro, princesa, dímelo…- Nunca había tenido tantos orgasmos seguidos. Mi marido siempre se corre dentro de mí, pero no sé si es porque acaba enseguida o porque no me echa tanta cantidad, pero nunca había sentido algo así. Has hecho que me vuelva loca de placer y con él apenas llego…

– Nena, si no te corres en casa es porque Joaquín no te sabe follar. Tú eres el sueño de cualquier tío, una maciza que busca polla fuera de su casa y por si fuera poco Multiorgásmica. Y me encanta haber sido yo quien te haya demostrado que lo eres… Lo que vas a gozar a partir de ahora. ¿Te apetece echar otro? Ya ves que no se me baja… – Ahora no, es tarde. Sácamela ya. Si se despierta Joaquín y ve que no hemos llegado va a sospechar…

Vi como el capullo ese desenfundaba su pollón del chocho de mi madre. Era increíble que después del polvo que la había echado siguiera con ella así de dura. Se incorporó y volvió a pasar al asiento del conductor. Volví a hacerme el dormido mientras mi madre recuperaba sus braguitas y su suje de mi asiento. Podía oírles mientras se vestían. Él decía que no le cabía en los bóxer de lo tiesa que la tenía y mi madre entre risitas le respondía que no le extrañaba, con ese tamaño. Él la respondió que era ella la que se la ponía así y que bien que la había gustado. Que tetas como las suyas no eran fáciles de encontrar pero que pollones como el de él tampoco. Sergio arrancó el coche y cuando comenzó a moverse volví a abrir los ojos.

Al salir de la explanada del polideportivo para entrar en el pueblo, pude ver un poco alejado el coche de sus amigos y a estos subiéndose a él. ¿Qué hacían aquellos dos allí? Seguro que los muy cabrones sabiendo lo que iba a pasar se habían acercado a verlo todo. ¿Habrían visto la follada salvaje que le había dado a mi madre cuando consiguió que se abriese de patas? La sola idea de que esto fuese cierto me corroía por dentro….

Al día siguiente me desperté a las tantas. Cuando salí al jardín allí estaban Manuel, Sergio y el ingenuo de mi padre que hablaba con él. Mi padre le preguntaba que cómo lo habíamos pasado. Llegué hasta ellos cuando Sergio respondió con una sonrisa burlona en su cara:

– De “Puta madre” Joaquín, ¿verdad Mario? ¿A que lo pasamos “Teta”? Yo por lo menos…

No lo podía creer. Dudaba de si aquel cabronazo respondía con segundas o me lo parecía a mí…En mi cabeza, aún aturdida del alcohol, se repetían sin cesar (puta madre, teta…) y me recordaban lo ocurrido la noche antes. Fue al ver la forma en que nos miraba a mi padre y sobre todo a mí, ese brillo en sus ojos, esa sonrisa y la forma en que se tocaba el paquete cuando comprendí que ese pedazo de cabrón estaba disfrutando ahora casi tanto como anoche con mi madre… No sabía ni donde meterme cuando oí a mi padre:

– Ya me ha dicho Ana que te dejó probarlo anoche. Te quedarías a gusto, ¿no?. Con las ganas que tenías… – Joder Joaquín, vaya si lo hice. Lo “Probé A Fondo”. Ocasiones así no las tiene uno todos los días. No tuve que insistirle mucho para convencerla… – Qué va, hombre. Si ya le dije yo que te lo pensaba dejar. ¿Y qué te pareció?

No podía creer nada de lo que oía. La conversación que llegaba a mis oídos debía ser paralela a la que mi padre pensaba que mantenía con el macarra de los cojones. Y éste seguía y seguía aturdiéndome con lo que decía:

– La hostia, Joaquín. Increíble. Te lo digo en serio. Si ya disfrutas con sólo ver por fuera ese pedazo de carrocería, una vez que te has “metido dentro” no veas, es un “auténtico gustazo” – Ah sí, ¿eh?. ¿Qué te pareció cuando te metiste dentro? – Preguntó mi padre sin sospechar nada de lo ocurrido. – La hostia Joaquín, aunque me sorprendió por el su tamaño… – ¿Y eso?

– Joder, no imaginaba así a un modelo de esa gama… La impresión que tuve al entrar es que era “demasiado estrecho”, lo imaginaba mucho más amplio… – Decía sonriendo el muy cabrón aludiendo claramente al coño de mi madre, y el cornudo de mi padre seguía y seguía… – Pues te aseguro que es más amplio de lo que parece en un principio. Aun no lo he usado mucho pero nosotros tres viajamos en él de primera…

– No, si fue al principio, en cuanto “monté”. Pero oye, “entrar dentro” y “sentir el tacto de esa piel”, ¡fue para “correrse de gusto”, Joaquín! ¡Qué suavidad! – Ese pedazo de hijo de puta gozaba con lo que decía…- Te gustó el acabado, ¿eh? El pack de cuero es una pasta pero merece la pena. – Ya te digo… En cuanto “monté”, sentí ese tacto y cómo se adaptaba a mí, comencé a flipar. Mira que he probado modelos, pero ninguno así… Y tienes razón, cuando llevas rato dentro no te da ya esa impresión de poca amplitud. Fue al montar. Luego te das cuenta que puede llegar a ser amplio de cojones… Estoy convencido de que tienes razón y que tres van de primera en él. Dos adelante y uno atrás es lo ideal para ese modelo…

– Te lo voy a tener que dejar otro día, joder. Que parece que te gustó y que sabes apreciar un alto de gama – seguía y seguía mi padre. – A ver si es verdad, Joaquín… Que un modelo así es para disfrutarlo joder y es un crimen que lo tengas ahí “sin usar” (decía riendo el muy cabrón). Yo estoy dispuesto a hacerle un buen rodaje este verano si quieres… Iba a estar todo el día “montado” en él y te lo iba a dejar suavizado, verás como lo ibas a notar cuando lo usases tú. No te iba a parecer el mismo…ahora está como agarrotado aún joder y yo estoy dispuesto a hacértele un buen rodaje. ¿Qué me dices?

– Bueno, deja que lo piense… que miedo me das… – Tú confía en mí Joaquín. – Le respondió mirándome y sonriéndome descaradamente

Este fue el primer encuentro que tuvieron este verano y al que han seguido muchos más, unos presenciados por mí y otros afortunadamente no. El muy cabrón incluso ha hecho que participasen sus amigos, como en el que ocurrió a los dos días.

Me gustaría que me comentaseis lo que os ha parecido mi experiencia y si deseáis saber todo lo ocurrido después. Ha sido un mes de follada tras follada.

Autor: Mario

Por rocio

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *