Relato: La hija de mi prometida

Que tal, les quiero compartir una hermosa experiencia, cambiaré los nombres de la historia, cualquier parecido o similitud a su historia es mera coincidencia.

Todo empezó hace unos años, es una historia bastante común entre matrimonios en el cual uno de los dos, ya ha tenido hijos previamente, pero esto creo, fue algo muy especial.

Como les decía, empezó hace unos años, yo tenía 30 cuando mi actual esposa y yo iniciábamos nuestro noviazgo yo estaba por concluir mi especialidad, llevábamos ya año y medio de novios cuando decidió que era momento de presentarme como prometido con sus hijos Elena y Luis, a quienes ya conocía aunque no había convivido mucho con ellos y con su familia a quienes aún no conocía completamente, Sandra es diez años mayor que yo, pero ese no fue impedimento para casarnos.

Al fin llegué a casa de Sandra, saludé un poco nervioso a pesar de que ya toda su familia tenía conocimiento de mi existencia, y además de que mi profesión requiere tener contacto con hombres y mujeres de todas las edades; soy Médico especialista en Terapia Intensiva. Este detalle agradó aún más a su familia pero… aquí es donde se vuelve interesante el asunto, pero agradó más a su hija mayor, Elena, pues solo sabía que era médico, pero no que era especialista, en ese momento estaba celebrando los dieciocho y decidimos que era buen momento para presentarme, el agrado fue tanto para Elena que me empezó a cuestionar sobre mi trabajo y profesión, pues ella estaba interesada en estudiar medicina pero según ella, no se decidía y esperaba que con mi punto de vista, se decidiera o renunciara a ello.

Finalmente me presentaron, en ese momento anunciamos nuestro compromiso, se fijó fecha y demás detalles, Elena me felicitó de forma privada en un momento en el cual me ofrecí a salir a la vinatería por una botella de Whisky, preguntó a su madre si podía acompañarme, argumentó que como no conocía la ciudad, me pudiera perder; obviamente ya conocía la ciudad, Sandra le dijo que solo si yo lo permitía pues no quería incomodarme. Sandra ya sabía que por mi trabajo, no podría propasarme con su hija, la verdad, confía mucho en mí, Elena no es una «belleza» de mujer, aunque si tiene lo suyo, tez blanca, un busto regular, cintura bien definida, 1.70 m de estatura, delgada y como acude al gym, tenía ya delineado y torneado su cuerpo. Aunque me sorprendió su proporción de busto y cadera en relación a su cuerpo. En esos momentos en lo único en lo que pensaba era en la próxima boda, faltaban seis meses, pero sabemos que «el tiempo vuela», regresamos a la fiesta, no solo traje Whisky, sino un poco más de bebidas, el dinero si bien no me sobra, tampoco sufro de carencias, mi trabajo por fortuna, me da a ganar más de lo que necesito, por invitación mía, Elena, me aceptó una bebida tipo cocktail, claro que la convencí, me argumentó que su madre no quería que tomara, no esa noche, le dije que una no era problema, que podía ser su confidente en ese momento, que al final seriamos familia y que mejor oportunidad para iniciar con la confianza.

Bajamos del coche, entramos a la casa y por ende a la fiesta, comenzamos a «conbeber», mis futuros cuñados comenzaron a interrogarme y a sugerir que acudiéramos a un table-dance, me negué a ello y no por quedar bien, sino porque realmente no estaba interesado en esos momentos, les dije que mejor cuando ya faltara una semana para la boda y que sería mi despedida de soltero. Aceptaron pero con el argumento de que «les invitara una chamaca» esa noche.

El calor de las copas continuó, las cosas empezaban a salirse de control a eso de las nueve de la noche cuando uno de mis cuñados comenzó a ofender a mi futura hijastra diciendo que era una pinche zorrita, que solo estaba esperando ser mayor de edad para ser legalmente una puta, que sus nalgas ya estaban más recorridas que la autopista, etc. y por ende Sandra entró a mediar la situación, mi cuñado le gritó entonces a Sandra, entré a defenderla y fue finalmente mi suegra quien les dijo que debería darles vergüenza dar un show de ese tipo ante un futuro miembro de la familia.

Elena se salió de la casa llorando, me acomedí a salir a buscarla, no caminé ni tres cuadras a un parque cerca de la casa cuando me percaté de que estaba sentada en una banca llorando, me acerqué a ella de manera que no la asustara y que sintiera confianza.
-Elena, Elena, soy yo, Alberto, no te asustes
-Hola Alberto, no me asusté, no quiero ofenderte pero, ¿podrías dejarme sola?
-Entiendo que estés molesta y ofendida, pero no podría dejarte sola, tu madre está angustiada porque te saliste de la casa, ya es algo noche, no quise que tu mamá saliera a buscarte, pero me ofrecí a ayudar, tu mamá confía en mí y me «mataría» sino regreso contigo
-Entiendo, pero de verdad, quiero estar sola
-También te entiendo, pero, sería mejor que te «encierres» en tu cuarto, al menos tu mamá sabría que estás en un lugar seguro, te llevo a tu casa
-Te tomo la palabra, pero solo si prometes no decirle algo a mi mamá de la bebida
-No te preocupes, como te dije, soy tu confidente

Me dio un fuerte abrazo, pero no lo sentí de insinuación, sino más bien como aquel abrazo de un buen par de amigos o de un padre a hija.

La casa de Sandra y sus hijos no estaba ni a un kilómetro de la casa de mis suegros; lugar de la fiesta, la llevé, ni siquiera entré, nos despedimos de beso en la mejilla, volvió a abrazarme y regresé a la fiesta, al entrar, Sandra me preguntó por su hija, le dije que la llevé a su casa, que le marcara si no me creía

-Hija, ¿cómo estás, estás bien?
-Si mamá, estoy bien, es solo que quise estar sola, ya sabes que no soporto a mi tío cuando toma
-Hija, ven a la fiesta, es por ti
-Mamá la fiesta en mi honor acabó hace ya horas, mejor disfrútala, también es tu fiesta
-¿Segura estarás bien?
-Si mamá no te preocupes
-Duérmete entonces, descansa mi niña, que pena contigo
-No te preocupes mamá, ya pasó, ¡hasta mañana!

Mi cuñado tomó tanto que se quedó dormido, su esposa como pudo se lo llevó y la fiesta transcurrió de forma normal, llegó la hora de irse a dormir, me disponía a irme a buscar un hotel; oficialmente, yo no dormía en casa de Sandra cuando la visitaba aunque si dormía en su casa, cuando de repente mis suegros dijeron que de ninguna forma iba a dormir en un hotel, que para eso eran las giras de trabajo y en este caso, la luna de miel, insistí en salir, que lo que menos quería era dar molestias, insistieron en que me quedara y finalmente me acomodaron en una habitación, dijeron que esta ocasión era por mí, ya llegaría el momento de ser atendidos por mi esposa y obviamente, por mí.

Al recostarme, no pude evitar enviarle mensajes a Elena
“Elena, me da pena contigo, creo que la noticia de que me casaré con tu mamá te afecta un poco, no pude evitar escuchar que a tu mamá le dijiste que fue a causa de tu tío, pero a mi parecer, es por la boda, espero podamos platicar pronto y aclarar esta situación, que si bien no es mala, siento que no lo estás tomando del todo bien, en verdad me preocupas porque quiero que seamos buenos amigos, digo, seré la pareja de tu mamá y finalmente conviviremos una buena parte de nuestras respectivas vidas”

Solo apareció la confirmación de envío; para ese entonces, aún no cambiaban de color “las palomitas”, fue hasta el amanecer que recibí un mensaje:

“Tu tranquilo, en verdad todo está bien, te conocemos desde hace ya tiempo, ¿te parece si nos ponemos de acuerdo para platicar del “asuntillo”?, sé que hoy te regresas, cuídate mucho y buen viaje, nos vemos pronto”

Regresé a mi trabajo, viajaba cada fin de semana y en ocasiones a media semana por aquello de los preparativos, a veces viajaba en coche, otras en autobús y cuando viajaba en autobús, era Elena quien iba a recibirme a la Central de Autobuses, avisándole previamente claro está, así me lo pidió la primera vez y así continuó en las siguientes ocasiones, argumentando que lo que hice por ella fue muy bonito, ya que a Sandra le era muy difícil irme a recibir en esos momentos por razones laborales, me llevaba a tomar algo, así fuera una simple taza de café, de esto, mi esposa jamás se enteró, Elena y yo comenzamos a tener una hermosa relación, ella no convivió con su padre , solo lo había visto en un par de ocasiones, me dijo que lo que hice por ella fe como recibir una atención de su padre, la verdad, me hizo llorar, le dije que siempre encontraría un amigo en mí, que lo que necesitara, solo me lo pidiera.

Faltaba un mes para la boda, los nervios estaban en alta, aun había pendientes que resolver, mi trabajó aumentó para poder conseguir un poco más de dinero y tener una boda de ensueño. Fue por los mismos nervios que decidí salir a tomar una copa, le avisé a Sandra y le dije en que bar estaría, me dijo que estaba bien, que ella saldría con sus amigas a un antro para igual, “desestresarse” un poco, le prometí no embriagarme, ella me prometió lo mismo y también me dijo en que antro estaría, mi sorpresa fue al voltear a la entrada del bar y ver llegar a Elena, de repente un hombre de seguridad me preguntó si conocía a la chica de vestido azul que estaba en la entrada, me argumentó que ella aseguraba ser mayor de edad, que no traía su credencial y que fue entonces que dijo conocerme y que si no le iban a permitir el paso, que entonces me llamaran. Agradecí al de seguridad, le dije que sí, que si la conocía, que era la hija de mi prometida y que acababa de cumplir su mayoría de edad, le permitieron entonces el paso, llegó a la barra, nos saludamos de beso en la mejilla y de nuevo con un hermoso abrazo, nos tomamos unos tragos, nos salimos y regresamos a casa

En el camino de regreso a casa, me comentó que estaba muy nerviosa y emocionada a la vez, que jamás había visto tan feliz a su mamá y que le daba miedo perderla, le dije que mi intención no era «quitarles» a su madre, que ella iba a estar para ellos siempre, de repente se recargó en mi hombro, me dijo que si bien no era yo su padre, era su mejor amigo, respondí diciendo que eso quería ser para ellos, Elena tomó un poco de más, al llegar a la casa le pedí que subiera a su cuarto para que su mamá no se diera cuenta y la regañara, me pidió que la ayudara a subir, que el estado en el que se encontraba no le ayudaría de mucho y podría caer por las escaleras, para esa hora, Luis, el segundo hijo de Sandra, ya estaba dormido y creo, no se percató de nuestra llegada. Fue entonces que Elena me preguntó si había algo o algún truco médico para bajar la borrachera, le dije que sí, pero que no lo haría en ese momento porque implicaba ponerle suero por las venas y su mamá podría pensar que se drogaba. Comencé a ponerme más nervioso cuando de repente me pidió que la llevara a su cama, sin pensar en otra cosa, la recosté y me disponía a salir de su cuarto cuando me llamó y me dijo algo.

-Oye
-Dime
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Sí, claro, lo que gustes
-¿Me contestarás con la verdad?
-Ay Elena, ya dime que pasa
-Me da pena
-No te preocupes, tu has tu pregunta
-Bueno, está bien, ¿has tenido sexo con mi mamá?, jijijiji
-Mmm, no sé si deba responder a eso
-Anda, dime, yo sé que sí, pero mi mamá no quiere hablar de ello, dice que aún estoy muy chica para esa información
-Por eso mismo, si tu mamá no te hablado de ello, ha de ser por algo, y no me gustaría violar esa regla
-Te pregunto a ti porque sé que si me contestarás, eres médico y sabrás hablarme claramente de ello, sin obscenidades, de forma seria y profesional, además, serás como mi padre y que mejor que contigo para platicar de ello.
-Te respondo mañana que las copas se te hayan bajado y hallas descansado.
-¿Me lo prometes?
-Claro que sí, no te preocupes
-No, tú no te preocupes, no le diré a mi mamá, puedo ver en tus ojos que eso te preocupa
-Descansa Elena, buenas noches.

De repente una pregunta salió de su boca, ya estaba por cerrar la puerta de su recamara, cuando de repente escuché:

-Oye, me haces un favor, ¿me puedes pasar mi pijama que dejé en el baño?
-Claro, ya te la llevo

Toqué a su puerta, me dijo que pasara, entré, ¡Oh por Dios!, ya estaba en un coordinado negro que consistía en un brassier de media copa y una tanga semi-transparente y unos ligueros hermosos.

Me quedé bloqueado, con la boca abierta, de su boca salió decir: -¿te gusta lo que ves?, la verdad, estaba ahí parado, boquiabierto, no emití palabra alguna, volvió a hablar, -te hablo, ¿te gusta lo que ves?, mi cabeza solo respondía si en un movimiento, tragué saliva, no supe que hacer, se me acercó, me tomó de los brazos, no puse mucha resistencia que digamos, apagó la luz, me llevó a su cama, se recostó y me dijo: -No creas que no sé lo que es el sexo, los he espiado a ti y a mi mamá, te confieso que si tengo novio, he cogido con él, pero para nada como ustedes lo hacen, me da envidia mi madre, quisiera gozar como ella, pero mi novio nomás no se anima a experimentar, solo escuchaba atento, de mi boca no salía sonido alguno, solo mi respiración agitada mientras ella acariciaba mi pelo, descubría mi pecho y lo acariciaba y besaba apasionadamente, me perdí de repente, y me dispuse a llevar mis manos a su vagina, estaba empapada, hice de lado aquella diminuta tanga en un movimiento algo brusco, la tomé de las piernas para hacerle sexo oral, no recuerdo la última vez que había probado una vulva tan inexperta, me supo a gloria, wow, la probaba tan deliciosa, que tuve una erección de aquellas que sentía que por nada perdería, saqué mi verga de mis pantalones, comencé a masturbarme al mismo tiempo que seguía chupando y bebiéndola, las palabras estaban de más, bastaba con ver nuestras caras de satisfacción, una satisfacción que hacía ya tiempo no experimentaba, no hacía falta decir palabra alguna para cambiar de papeles, retiró mi cabeza de su cosita, me recostó en la cama, mi verga estaba muy erecta, estaba empapada, llevó su boca a mi verga y comenzó a darme unas mamadas que ni mi prometida habría podido hacer, no sé cuánto tiempo estuvimos así, ni donde había aprendido a dar esas mamadas tan deliciosas y era lo que menos me interesaba en ese momento, solo seguirla disfrutando, me la chupaba, yo a ella, hicimos un 69 una y otra vez, de pronto escuché llegar un coche, era un taxi, en el cual estaba llegando mi prometida, inmediatamente me levanté, me vestí, salí de su cuarto, ni siquiera me importó si Luis estaba despierto, aun con la verga erecta, corrí al baño a terminar pasando antes por mis cosas de baño para disfrazar el olor del semen y no delatarme, Sandra entró se dirigió al baño, al ver la luz prendida tocó a la puerta, contesté que estaba ocupado, dijo que era ella que si me estaba bañando abriera, que aprovecharía para bañarse también aprovechando que «los niños» estaban dormidos, -¡Elena! grité en mi mente, ¿Sandra se dará cuenta?, pasaron por mi mente muchos pensamientos, de repente, Sandra me hizo una pregunta, -¿Cómo entraste? aún no te doy llaves, ¡en la madre, ahora que digo!, -ah, llegué hace como dos horas, Elena abrió la puerta, me dijo que si llegaba unos diez o quince minutos más tarde, ya no la encontraría despierta, que tuve suerte porque Luis, se duerme como roca y difícilmente se despierta al igual que ella y se metió a dormir a su cuarto, -ah que bien amor, -si amor, quise tomar un baño antes de irme a dormir, Sandra y yo aún dormíamos separados, al menos en su casa, salimos de tomar el baño teniendo un momento de sexo que no disfruté del todo después de la experiencia con Elena. Como dormíamos separados, le mandé un Whatsapp* a Elena explicándole la situación de “cómo había entrado a casa”, que ella me recibió y todo lo anterior, le pedí también que me apoyara y que borrara el mensaje una vez leído, yo haría lo mismo, respondió diciendo, todo estará bien, no te preocupes, todo va a estar bien.

Al amanecer, Sandra se alistó para irse al trabajo, le dije que yo me regresaba por la tarde a mi casa, que iba a pasar a ver lo de un sonido, pero que lo más seguro es que no regresaría para darle detalles, que le enviaría la información por e-mail* y que me diera su punto de vista, Luis se fue a la escuela junto con Sandra, me dispuse a tomar otro baño, Elena salía en unas dos horas a la preparatoria, para esto, ella ya estaba por entrar a exámenes finales del último semestre, intencionadamente dejé abierta la puerta del baño, Elena entendió el mensaje, entró al baño, nos vimos desnudos y no tuvimos pena de vernos el uno al otro y comenzar otra vez con un poco de sexo sin llegar a la penetración aunque me moría de ganas, dijo que lo de la noche anterior y el momento en la regadera fueron una probadita, que ella quería ser mi despedida de soltero, que no fuera con sus tíos al table-dance, porque se trataba de viejas que quien sabe que vergas les andan metiendo por el culo y por todos su agujeros habidos y por haber y andan chupando, que era mejor con ella, que ella estaba limpia, no me tendría que ir de casa y que lo mejor, sería con una mujer de mi entera confianza.

Elena y yo convivimos mucho, los preparativos de la boda me hacían viajar algunas veces entre semana, posponiendo citas de mis pacientes, faltaba ya una semana, mis cuñados insistieron en llevarme al table-dance, con mil pretextos me negué, me dijeron que hasta puto era, le dije que les daba el dinero para que fueran ellos, pero que yo, yo no iba. No iba porque Elena y yo, quedamos y acordamos la fecha de aquella noche de mi despedida de soltero, la hicimos en mi casa, le mandé el dinero para los pasajes, su madre se tragó el cuento de que era el último viaje que hacían como generación, fue un momento maravilloso, con el dinero que le mandé, se compró unos coordinados preciosos de una marca muy reconocida en ropa interior femenina, claro que por indicación mía, le compré ropa que la hacía ver como toda una mujer; vestidos muy cortos, pantalones entallados y a la cadera, blusas muy escotadas, ropa interior diminuta, en fin, todo un guardarropa, pues eso sería para mi esa noche, mi mujercita, con la que viviría una noche de sexo increíble y me dijo; -seré tu putita por una noche, aprovéchame, las posiciones que mi esposa tenía miedo de experimentar, las viví con Elena, mi verga no es muy grande y menos muy gruesa, la verdad. La considero de medidas normales, pero meterla en su culito tan apretado, me excitó demasiado, ver su cara de dolor y satisfacción al mismo tiempo me prendía demasiado, aquel aperitivo al fin se estaba convirtiendo en mi plato fuerte y postre al mismo tiempo, manos y boca me hacía falta para acariciarla y besarla, su pepa la probaba aún más deliciosa, escuchar sus gemidos era para mí como viajar a la gloria, penetrarla fue delicioso, su vagina aún no estaba acostumbrada, apretaba mi verga de una forma que me excitaba más y más que me daba la sensación de que me crecía y se engrosaba aún más, ver su carita aún de niña fue para mí como sentir tocar las estrellas, hacía ya tiempo una mujer no me hacía tener esa sensación, despertó mi lado cursi y meloso, le decía cosas muy dulces, me moría por penetrarla sin medida, pero recordé que aún era inexperta y no quería lastimarla, tratarla con delicadeza pero apasionadamente la excitó mucho que terminó agotada mojando las sabanas, a cada rato distraía mi mente en otra cosa para no venirme rápido, fue finalmente cuando ella terminó que hice lo mismo dejando caer parte de mi semen en su cara y otra en su pecho, me encantó cuando lo embarró por todo su pecho y el que cayó en su carita, lo tomaba con su dedo y lo colocaba en su boca y lo tragaba, fueron dos noches increíbles, noches en las que estrenamos todos esos coordinados, días en los que usó esa ropa coqueta que lucía y modelaba para mí, era la envidia de muchos, médicos pasantes y estudiantes del hospital, los compañeros me felicitaban, decían que mi hijastra era hermosa, sin percatarse siquiera que tuve dos noches de sexo que jamás había vivido.

El día de la boda llegó, todos felices y contentos, a Sandra le cayó de extraño que Elena se dirigiera mucho conmigo y no dudó en preguntarle qué es lo que pasaba entre nosotros dos, le dijo que al ser el esposo de su mamá, platicó mucho conmigo, que le caí muy bien, que surgió una bonita amistad, que le supe dar buenos consejos, que la supe orientar y que veía en mi a una especie de padre, porque yo no lo podría ser del todo. A Sandra le dio gusto saber eso, salieron algunas lágrimas de sus ojos, las secó, me abrazó y me dio las gracias, la fiesta terminó, no nos fuimos de luna de miel al siguiente día por unos pendientes que teníamos en nuestros respectivos trabajos, por lo que nos fuimos una semana después.

A Sandra le dio gusto saber que no fui a mi despedida de soltero, no sé si ella fue a la suya, es una situación la cual no me quiero ni imaginar.

En esa semana, Elena fue aceptada en la Universidad del Estado en el que yo trabajo, finalmente se decidió por medicina, su mamá decidió que era bueno que Elena estuviera esa semana conmigo para que le enseñara la ciudad, se inscribiera y le consiguiera un departamento, le dije que lo del departamento era lo de menos, que estaba el mío, que para eso es la familia, para apoyarnos, Elena se familiarizó con la ciudad, le enseñé a tomar las rutas del transporte público, llegar a los centros comerciales, etc. y ni qué decir del sexo magnífico que tuvimos por las noches en esa semana.

Sandra y yo finalmente nos fuimos de luna de miel, no salimos de México, solo pude conseguir dos semanas de permiso en mi trabajo y Sandra solo una, regresamos de nuestra luna de miel, a mí todavía me quedaba una semana de permiso, con el pretexto de que me había salido una urgencia médica, me fui a mi ciudad, aunque el pretexto era ver a Elena y vivir nuevas experiencias sexuales.

En otro relato les compartiré mi experiencia con Elena al volver de mi luna de miel.

Anónimo

Por rocio

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