Abusaron de mi en un cine

Me llamo Ana tengo 46 años y llevo 22 años casada. Si, me casé jovencita enamorada de mi marido, algo más mayor que yo (10 años). Pronto llegaron los hijos. Susana, Javier y más tarde, Claudia.

Lo que os voy a contar me sucedió en un cine de un centro comercial de la ciudad que vivo del noroeste de España.

Con motivo del estreno de Shreck, en el año 2001 y aprovechando que mi marido iba al fútbol, me llevé una tarde de sábado a mis hijos de 7 y 4 años al cine.

Después de comprar palomitas y refrescos (que típico) nos sentamos en nuestras localidades. Nos tocaron casi las 3 butacas más a la izquierda de la fila, quedando solo una libre. Yo les dejé a los niños las más centradas sentándome en la del extremo.

Se medio apagaron las luces y comenzaron los anuncios previos. Cuando comenzó la película las apagaron del todo. Había pasado como 10 minutos de película cuando alguien quiso sentarse a mi lado. Miré y era un hombre.

-¡Vaya! que oportuno- pensé molesta, pues los abrigos los tenía en la butaca…No me quedó más remedio que ponerlos sobre mi regazo… con el calor que dan.

Ese día llevaba un jersey ceñido de color malva claro, lo que realzaba mi, ya de por si, llamativo pecho y una falda plisada de color gris con abertura lateral hacía la izquierda lo que facilitó los hechos. Zapatos con un poco de tacón, medias hasta medio muslo y un conjuntito color berenjena, era mi ropa interior. Una cazadora de mezclilla completaba mi atuendo.

Al principio no le di importancia. Una presión continua de su brazo derecho en mi pecho izquierdo. Hasta me dio la sensación que se arrimaba para aumentar la presión, lo achaqué a lo estrecho de las butacas…Me moví hacia mi derecha y cesó la presión.

El reposabrazos de mi izquierda lo tenía ocupado con su brazo, viéndome obligada a quedar apoyada en mi lado derecho.

En un momento dado, no me creí lo que había echo. Su brazo se deslizó del soporte hasta el lateral de mi pierna, quedando encajada entre esta y la butaca, comenzando a mover los dedos en una turbadora caricia. Con mucho disimulo, se la agarré y pretendí que volviera a su posición primitiva. Su respuesta no fue brusca, pero si decidida, no solo volvió, sino que me rodeó el muslo debajo de los abrigos.

Me sorprendió su intrepidez. Podía montarle un escándalo. Pero sabía lo que hacía; Estaban mis hijos al lado. Tenía tres posibilidades. Me levantaba y le daba una bofetada, me salía del cine y dejaba a mis hijos sin peli o…me dejaba…

No tenía opción. Eché uno de los abrigos hacia mi izquierda tapando su brazo y fijé los ojos en la pantalla.

Al principio no hizo más que darme ligeros apretones como si quisiera comprobar la consistencia de la carne. Su dedo pulgar tropezó con el pliegue de la falda de la abertura lateral. Descubierto el camino, pronto el resto de sus dedos siguieron al gordito adentrándose bajo la falda.

Cuando sentí el contacto de su mano sobre mi media, me estremecí… Pero, la sensación de vergüenza y algo de miedo, se fue tornando en curiosidad y un principio de morbo.

La respiración se me aceleró cuando se desplazó la mano hacia mi bajo vientre y descubrió el espacio entre la media y la braguita. La suave piel recibió las leves caricias de aquellos dedos que, tenía que reconocerlo, me estaban excitando.

Todas estas caricias habían sido por la parte superior. Giró la mano e intentó introducirse entre los muslos fuertemente apretados. Al notar que no tenía intención de abrirlos, dos dedos pillaron una pequeña porción de carne y apretó. Me agité, pero no dije nada… Volvió a pillar más carne, pero no hizo falta que los apretara, lentamente, separé los muslos. Su mano se deslizó rodeándome la carne. No perdió mucho el tiempo. Fue ascendiendo hasta que el lateral de su mano entró en contacto con mi braga. Hizo varios movimientos rozándome mi prenda más intima.

Tenía la esperanza de que se contentara con alcanzar esa meta. Pero estaba equivocada.

Primero introdujo el meñique por el lateral, lo que franqueó el paso a otros dedos. Había tomado posesión de mi baluarte. Lo debió de encontrar acogedor, porque mi excitación iba en aumento. Después de recorrer mi ya húmeda grieta con las puntas de sus dedos, debió de necesitar más espacio. Lentamente los extrajo y buscó la parte superior. Como la cintura de la falda se lo impedía, me cubrió la vulva con toda la extensión de la mano.

-Vamos al servicio- me susurró al oído

Me quedé de piedra. Pero me sobrepuse y negué con la cabeza. Miré hacia mis hijos como excusándome.

-Levanta el culo- Su orden la entendí a la primera…

Me apoyé en los brazos y despegué mi trasero de la butaca. Su mano tiró y me las dejó por los muslos.

Su mano volvió tomándose su tiempo… su dedo corazón asumió el protagonismo. Recorrió mis ingles, rodeo los labios, bajó sobre ellos…

-¡Mami! ¿Duermes?- Era mi hija. Había cerrado los ojos para no ver y sentir.. No Susi, me está gustando mucho la película-.

Su mano se había inmovilizado. Cuando volvió la calma, engarfió su dedo y se insinuó en la entrada de mi vagina. Metía y sacaba su falange apretando la parte superior. Mi punto G. Me estaba derritiendo… No me había dado cuenta de que, poco a poco, había ido escurriendo el trasero ofreciéndome. La braga estaba tensa por la necesidad de abrirme más. Los flujos salían en un incontrolable torrente.

Salió y su dedo, como un arado, me abrió en dos hasta que alcanzó el clítoris. Sabía como hacer gozar a una mujer. Comenzó a describir espirales sobre él, primero lentamente para ir acelerando. Pequeños espasmos, que intentaba controlar me sacudían, pero la situación me estaba superando. Con la vista fija en la pantalla, mientras dos lagrimones descendían por mis mejillas, me sacudió un terrible orgasmo que fue aún más violento al no poder expresarlo.

-Mami ¿Lloras?-

– No hija, es que el ogro me ha emocionado.-

Sus dedos, aún se entretuvieron un rato extendiendo los flujos por todo mi bajovientre…

Se retiró. Al cabo de un rato me dio un papel y me susurró;

-Si quieres que lo acabemos, ven-

Se levantó y se marchó.

5 minutos después, se acababa la película. En ese espacio, había vuelto a colocar mi ropa interior.

Miré el papel, era una entrada para el mismo cine para el martes siguiente. No la tiré.

Por rocio

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